Hoy, leyendo la Pasión, negamos el "zelotismo"
al cual las "teologías de la revolución" han pretendido adscribir a
Jesucristo (los "zelotes" eran partidarios de defender
"celosamente" la Ley, incluso por la fuerza). De hecho, san Juan
—narrando la expulsión de los mercaderes del Templo— afirma que los discípulos,
al ver el "celo" de Jesús, se acordaron de lo que está escrito:
"El celo de tu casa me devora".
Pero Jesús ha transformado el "celo" de
"servir a Dios mediante la violencia" en el "celo de la
Cruz"; ha establecido el verdadero celo: el del amor que se entrega. La
violencia no sirve a la humanidad, sino a la inhumanidad; la violencia en
nombre de Dios no se corresponde con su modo de ser: su celo por el Reino de
Dios fue completamente diferente.
—Sólo el poder puesto bajo el criterio y el juicio de Dios
puede ser un poder para el bien. Jesús tiene este poder en cuanto resucitado.
Es decir: este poder presupone la Cruz, presupone su muerte.
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