miércoles, 4 de abril de 2012

«días inolvidables de alegría y de esperanza»



04-04-2012 L’Osservatore Romano

El viaje a México y a Cuba ha estado marcado por «días inolvidables de alegría y de esperanza»  que «permanecerán grabados en el corazón» del Papa. Lo ha revelado el mismo Benedicto XVI recordando los momentos más significativos de este viaje durante la audiencia general del miércoles 4 de abril, en la plaza de San Pedro.

Recordando las ocasiones que han motivado su visita el bicentenario de la independencia de México y de otros países latinoamericanos, los veinte años de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, y el cuarto centenario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba— el Pontífice ha ratificado también que con su peregrinación ha «querido abrazar idealmente al continente entero, invitando a todos a vivir juntos en la esperanza y en el compromiso concreto de caminar unidos hacia un futuro mejor».

Después de haber recorrido con el pensamiento las distintas etapas, el Papa ha hecho un balance muy positivo del viaje, asegurando que «ha tenido el deseado éxito pastoral». Por tanto, ha dirigido un deseo a los pueblos mexicano y cubano: «Que saquen de él los abundantes frutos para construir en la comunión eclesial y con valentía evangélica un futuro de paz y de fraternidad».

En la misma catequesis Benedicto XVI ha hablado también del Triduo pascual, que inicia el jueves por la tarde con la misa «in cena Domini». Toda la misión de Cristo, ha subrayado, «está orientada a esta hora, caracterizada por dos aspectos que se iluminan recíprocamente»: el del «paso» y el del «amor hasta el extremo» que «permite “pasar” a Jesús mismo a través del abismo del mal y de la muerte y lo hace salir al “espacio” nuevo de la resurrección». Cada uno de nosotros —ha recordado— «fue amado por Jesús hasta la entrega completa de sí mismo en la Cruz». De aquí la invitación a dejarse alcanzar y transformar por este amor «para que se realice de verdad en nosotros la resurrección».

Para terminar, el Papa tuvo un pensamiento para las víctimas de las minas antipersona y un estímulo a «todos aquellos que se comprometen para liberar a la humanidad de estos terribles e insidiosos aparatos».

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