En un ambiente de alegría, el fin de semana, el Arzobispo
de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, presidió la Santa Misa en la
Basílica Catedral de Lima, donde ordenó a cuatro nuevos diáconos, para la
Arquidiócesis. Los diáconos ordenados son: Roger Fernando Arista Hidalgo, Omar
Roland Bellido Mayhua, Hermes Pedro Cama Linares y Brian Ed De la Cruz Rigueti.
En su homilía, el Arzobispo señaló el papel fundamental
que tienen los diáconos dentro de la Iglesia y al servicio del pueblo de Dios
desde sus inicios. También, les recordó que la prédica de la Palabra de Dios
debe ser sencilla pero concisa, preparada con oración y reflexión. “El Señor
les ayude para que esa prédica de la Palabra sea frecuente, familiar, cercana,
sencilla y positiva. No se olviden que Jesús ganó el corazón de mucha gente con
su palabra. (…) Mientras estudias, meditas y reflexionas, le pides al Espíritu
Santo que te ayude a preparar la palabra de Dios de manera breve e incisiva.
Para que entre en el corazón de los fieles”, dijo.
También les habló sobre la labor que tienen de cuidar a
Cristo Eucaristía y acompañar al Santísimo en la capilla. “Somos servidores del
altar, de ese momento fundamental, la Eucaristía. Donde la Iglesia se reúne
para renovar el momento en que Cristo entrega su vida en la cruz. Preparen ese
corazón para que tengan un corazón a la medida de Cristo Eucaristía. Sean los
primeros que cuidan las capillas del Santísimo. Es un lugar privilegiado para
hacer la oración, para hacer el oficio divino, para acompañar a ese pueblo de
Dios y darles ejemplo a los fieles para que se den cuenta que en la Eucaristía
está el centro de la Iglesia”.
Así también, el Cardenal Juan Luis Cipriani les mencionó a
los diáconos sobre su trabajo en la caridad al servicio de los más necesitados.
“La Iglesia estuvo siempre al lado de la gente que necesitaba por la
enfermedad, la edad o el abandono, la ayuda y la presencia de sus diáconos.
Cuánta gente se acerca a Jesús cuando ve el ejemplo, no de una ONG o de una
institución que hace obras de caridad, sino del amor de un padre con sus hijos,
el amor de Cristo que no quiere que ninguno se sienta solo y abandonado”,
insistió.
Finalmente, exhortó a los ordenados a mantener la pureza
de cuerpo y alma y los invitó a reflejar en el exterior siempre la presencia de
Dios. “Dios pide de nosotros por el don que nos da, la limpieza del cuerpo y
del alma. Debemos aprender a entregar todo el corazón, toda la mente, todos los
sentidos, la imaginación y la memoria. Es un regalo de Dios y también es una
tarea en esa cruzada de divinidad y pureza que se vea en el porte exterior de
ustedes la serenidad de la presencia de Dios”, culminó.
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