La generación
de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en
privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Reflexión del Evangelio de hoy
La fiesta de la Natividad de la Virgen comenzó a celebrarse en Roma
hacia el siglo VII. Es una fiesta que, en oriente, se venía celebrando con
anterioridad. Junto con San Juan Bautista son las únicas fiestas que conmemoran
el nacimiento de un santo. La Iglesia, desde el principio, quiso destacar la
presencia de María en el caminar del pueblo cristiano. Dentro de sus celebraciones
surgió esta fiesta y la situó en el 8 de septiembre. Hoy, por toda España y,
seguro, también en Hispanoamérica, se celebra de modo especial este recuerdo a
la natividad de María. Desde Covadonga, pasando por la Peña de Francia, hasta
las tierras del sur, tan marianas, en la mayoría de los pueblos se recuerda con
alegría la natividad de María. En cada lugar se la homenajea con una advocación
propia.
El anuncio del Mesías
El profeta Miqueas es contemporáneo de Oseas e Isaías. Su actividad se
desarrolla hacia el año 700. Predicó en Judá; un momento duro, ya que los
asirios se apoderarán de Israel convirtiendo a Judá en vasallo. Tiempos de
incertidumbre y desasosiego. En esa situación de incertidumbre, el profeta
invita a mirar hacia adelante animando la esperanza del pueblo. Habla de un
futuro donde surgirá “el jefe de Israel” y “Él se alzará y pastoreará con el
poder de Yahveh”.
La Iglesia ha visto siempre en estas palabras de Miqueas el anuncio del
Mesías. Es un anuncio de aliento, anunciando que Dios siempre trae motivos de
esperanza. No puede ser de otro modo. Él es todo amor y solo quiere
transmitirnos ese amor a través de todas las circunstancias en las que se
desenvuelve nuestra vida.
Este anuncio es la promesa que habían esperado los hombres, la llegada
de Alguien que iba realizar la salvación de todos estableciendo ese Reino de
Dios que traerá el Mesías. Él guiaría al pueblo en medio de un mundo un tanto
desorientado. Este “jefe de Israel” procederá de la estirpe de David. Nacerá en
Belén, el pueblo del gran rey.
En el Nuevo Testamento se cita este texto aplicado a Jesús. Lo podemos
ver en Mt 2,6 y en Jn 7,42. Esta profecía se cumpliría 700 años después de su
anuncio, con la llegada de Jesucristo.
El profeta concluye esta lectura con esas hermosas palabras: “Habitarán
tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra.
El será nuestra Paz”.
Habla de la universalidad de su presencia. Concluye con algo tan
necesario en todos los tiempos, quizá hoy más que nunca: “Él será nuestra paz”
Como conclusión podemos preguntarnos: ¿Qué espero de Dios? ¿Cómo
mantengo la esperanza en Él?
El nacimiento de María
Esta tarde me acaban de comunicar el nacimiento de una niña, Lorea. No
es parte directa de mi familia, pero ha sido una noticia que nos ha llenado a
todos de alegría. Una niña que viene a enriquecer, con sola su presencia, a
este mundo tan necesitado de esperanza.
Es lo que conmemoramos hoy: el nacimiento de una niña judía, María, que
fue elegida por Dios para ser la Madre de Jesús.
Algunas personas se sorprenden de lo poco que nos cuentan los
evangelios de María. Todos desearíamos saber más de ella, conocer más detalles
de cómo fue su vida, cómo vivió la presencia de Jesús. Muchas de las historias
que se cuentan de ella, tienen su origen en evangelios apócrifos, no aprobados
por la Iglesia como revelados. Lo que nos manifiestan los evangelios canónicos,
nos muestran de María que es una presencia discreta. Esa cierta penumbra de su
presencia, está justificada porque los evangelistas tienen como objetivo
anunciar a Jesucristo, manifestar su condición de Hijo de Dios y los signos que
muestran esa condición.
Lo poco que nos cuentan los evangelios es suficiente para ver
determinadas actitudes que nos hablan de sensibilidad: las bodas de Caná, la
visita a su prima, embarazada de seis meses. El guardar en su corazón lo que
escuchaba a su Hijo, guardándolo todo en su interior, seguramente para ir
descubriendo la grandeza de quien las había pronunciado y ver la realidad por
los ojos de Aquel. Una mujer que sufrió al escuchar las cosas que se decían de
Él. Había muchos que alababan a Jesús por el mensaje tan humano que transmitía
de Dios, pero también percibía cómo los importantes del pueblo lo despreciaban
y lo acechaban a ver si podían sorprenderlo en algún fallo y poder tener
motivos para acusarlo ante las autoridades. Todos sabemos que, aparentemente
triunfaron en su intento. Solo aparentemente. Jesús sigue vivo.
El nacimiento de María fue anuncio de que la salvación estaba cerca.
Con ella se cumplían lo que de antiguo había sido anunciado por los profetas.
El texto de hoy nos habla del nacimiento de Jesús, pero de trasfondo nos habla
de José y María. Personas confiadas en Dios que aceptan, con sorpresa, este
hecho único en la historia: recibir en el seno de su familia el nacimiento de
Jesús, el Hijo de Dios. Tan humano como el de cualquier niño y tan trascendente
y sobrenatural, como es el nacimiento del Mesías prometido.
Hoy la Iglesia, como una gran familia, se congrega para celebrar,
festejar y agasajar a María. Un día propicio para dar gracias a Dios por el
nacimiento de la Madre de su Hijo y, por ello, Madre nuestra.
Hoy podemos reflexionar que, lo mismo que acompañó a Jesús en su paso
por la tierra, sigue acompañándonos a los seguidores de su Hijo porque es Madre
de todos.
Buen día para honrar a María, homenajearla como homenajeamos a nuestra
madre cuando conmemoramos su cumpleaños. Buen día para cuestionarnos qué
significa María en nuestra vida. Hasta qué punto la sentimos Madre y nos
sentimos acompañados siempre de su presencia.
María tiene hoy un protagonismo especial. Démoselo recordando el día en
que ella vino al mundo y fue escogida por Dios para ocupar un lugar especial en
la historia de la salvación.
Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Liturgia: Natividad de la Virgen María
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