Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,6-11
Un sábado, entró
Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el
brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba
en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él,
sabiendo lo que pensaban, dijo
al hombre del brazo paralítico:
-«Levántate y ponte
ahí en medio.»
Él se levantó y se
quedó en pie.
Jesús les dijo:
-«Os voy a hacer una
pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o
dejarlo morir?»
Y, echando en torno
una mirada a todos, le dijo al hombre:
-«Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su
brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que
hacer con Jesús.
Reflexión del Evangelio de hoy
Que
todos alcancen madurez en su vida cristiana
La
ciudad de Colosas, rica y populosa, no fue evangelizada por Pablo sino por
Epafras. La ocasión de la carta viene dada por una serie de doctrinas extrañas,
donde se exigía a los miembros de aquella comunidad observancias judaizantes,
prácticas ascéticas y ritos de iniciación de tipo mágico. Se percibía una
mezcla de elementos judíos, paganos y cristianos.
Frente
a todo ello Pablo coloca a la figura de Cristo como algo insustituible. Su
pasión es darlo a conocer tal como es; su esfuerzo para evitar que sea
desfigurado o mal comprendido, es duro, pero las dificultades no le arredran.
Él vive lejos de todo ese mundo hecho de rituales arcaicos o paganos. Su
interés estriba en conseguir que todos alcancen plena madurez en su vida
cristiana. Esta no vendrá de la “sabiduría” o la “perfección humana”, sino de
conocer el plan secreto de Dios que es Cristo, “en quien se encierran todos los
tesoros de la sabiduría y de la ciencia”.
El
interés de Apóstol es darlo a conocer tal y como es y, ante ello, no importan
los sufrimientos por los que ha de atravesar, con tal de llevar a todos
la persona de Jesucristo. La consecuencia de esa fidelidad conlleva el esfuerzo
y los dolores que se van presentando en su camino.
Evangelio
¿Qué
está permitido en sábado? ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo
morir?
La
adhesión, un tanto materialista, a la ley puede llevarnos a olvidar el
para qué de dicha ley y quedarnos con el puro cumplimiento, la carcasa de la
ley. Eso es vaciarla. Es lo que vemos con frecuencia a lo largo del evangelio.
Jesús detesta que la ley oprima a las personas y no le permita alcanzar
su objetivo. Él viene a dar “pleno sentido a la ley” y ese pleno sentido pasa
por colocarla en su sitio, es decir al servicio del Reino, ese mundo nuevo que
Él quiere que nazca. Los maestros de la ley y los fariseos se sienten los
verdaderos intérpretes de la ley, por eso sospechan y acechan a Jesús siempre
que pueden. Ocurre especialmente con el tema del sábado. Es lo que nos recuerda
el evangelio de hoy. El texto deja claro que estos hombres no sienten piedad
por el enfermo. Han puesto primero la ley y luego el hombre. Cuando Jesús rompe
esa costumbre, ellos encuentran el argumento para atacarlo. Ante su postura
rigorista, vemos a Jesús que no desprecia la ley, pero sí la coloca en su
lugar.
Cuando
la ley no es bien comprendida surge el dilema. Lo seguimos experimentando en la
actualidad. La ley está hecha para ayudar al hombre y, por lo mismo, busca su
bien y su crecimiento. La dialéctica de Jesús es clara y así lo expone ante los
letrados: “¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? ¿Salvar una
vida o destruirla?” Ante esas preguntas parece que todos quedaron en
silencio. Tras las preguntas vino la respuesta en la curación: hacer el bien.
Esas preguntas de Jesús deberían ser las que orientaran nuestra acción.
Como
creyentes nos toca examinar el peso que la ley tiene en nuestras vidas. Jesús
no se opone a su cumplimiento, ¡faltaría más!, pero coloca las cosas en su
sitio. Nunca debe avasallar a la persona aplastándola en su cumplimiento. La
historia nos cuenta cuántas vidas se han visto despojadas de la fe en Jesús
cuando la legislación se ha impuesto por encima de todo, olvidando los derechos
de las personas.
Vivimos
una época donde el peso de la ley ha decaído, quizá demasiado. El Papa habla
del problema del “relativismo” como un mal de nuestro mundo. Ese relativismo es
fruto de una inmadurez cristiana. Equivale a infravalorar las exigencias de
nuestra fe y vivir un cristianismo a la carta.
Entre
esos dos extremos nos debatimos como personas seguidoras de Jesús. Hemos de
madurar en ese seguimiento para que la ley no supla a Jesucristo y hemos de
cuidar para que el olvido de la ley no haga de nuestras vidas un comportamiento
desvaído donde todo se adapte a nuestros deseos.
Fray Salustiano
Mateos Gómara
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
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