Mons. Reinaldo Nann

sábado, 10 de agosto de 2019

Hacia el Sínodo de la amazonia, la Prelatura de Caravelí, da un paso importante.


Conociendo la realidad

Alabado seas mi Señor “Laudato Si” cantaba San Francisco de Asís. De esta manera inicia la Carta Encíclica de nuestro Santo Padre Francisco, haciéndonos recordar que nuestra casa común, es también como una hermana, ya que compartimos la existencia, dando lo mejor de sí por nosotros, acogiéndonos en sus brazos. Ella nos sustenta, gobierna y produce diversos frutos. Sin embargo, la experiencia in sito, nos permite valorar y amar mucho más esta realidad.

No pretendo en este artículo  generar una novedad, ni añadir nada a los estudios sobre la Amazonia, sino, humildemente compartir mi paso fugaz por la selva, junto a mi Obispo Reinaldo, algunos sacerdotes y seminaristas. Lo que si pretendo es generar conciencia sobre el cuidado de la casa común y si está en sus posibilidades, visitar la inmensa selva.

Cuando nuestro Obispo llego recientemente a la Prelatura, entre muchas cosas, nos habló de su experiencia de la selva, puesto que, antes de ser obispo, fue párroco en el estrecho, una parroquia diría yo, demasiado lejana. Su parroquia  comprendía  toda un ala de extremo a extremo que tiene como carretera solo el río, y sin otra posibilidad de transporte, más que las lanchas, peque peque (por su sonido clásico, intenta hacerlo) entre otros, pero todo en el inmenso y hermoso rio. También nos invitaba para ir a la selva y asumir la misión por aquellas zonas. Esta invitación al principio ha sonado extraña, pocos se animaron, por no decir, casi nadie.

No se trataba de un desprecio hacia nuestros hermanos de la selva, sino más bien, de algo muy cierto; “la mayoría no conocía la selva” pero no fue un obstáculo, al contrario, una oportunidad para conocer. En el transcurso de los días, se organizó tan anhelado viaje y quienes pudimos nos subimos al avión rumbo a Iquitos, que curiosamente alberga la sede del Vicariato de San José del Amazonas (esto permite una mejor administración del vicariato)

Llegada a Iquitos día 30 de Julio

Al promediar las 8:30 pm llegamos al aeropuerto de Iquitos, al bajar del avión, sentí la primera característica de la selva, el calor extremo. No para desanimarse, yo creo que es cuestión de adaptarse. Uno está acostumbrado a tomar taxi, o la combi, allá el 90 % de movilidad es la moto lineal, la moto taxi, y luego para ir a las comunidades, las lanchas y sus derivados. En dos motos taxis nos hemos dirigido hacia la casa de los Franciscanos en Punchana, una casa grande que acoge a misioneros, brinda hospedaje y los alimentos. Cenamos, luego fuimos ubicados en las habitaciones y seguidamente a descansar porque nos esperaba al día siguiente un recorrido fenomenal.





Día 31 de Julio

Iniciamos la mañana calurosa, celebrando la Santa Misa, no podía  faltar de ninguna manera el alimento espiritual que fortalece nuestra vida de fe y nuestro ministerio. De paso, sin en el camino nos quedábamos en el gran río, ya estábamos preparados (humor sano y real) seguidamente, los alimentos correspondientes, también muy importante.

Acompañados de un guía, nos dirigimos hacia la orilla del rio Nanay (pequeño, pero también desemboca en el amazonas) para tomar una lancha pequeña, que nos transportaría hacia dos tipos de zoológicos; uno de variedad de peces, tortugas, conociendo allí al famoso Paiche, considerado el pez más grande en la selva y sin depredadores, entre otros.

Luego nos dirigimos a otro zoológico con otro tipo de animales, entre ellos, mono, perezoso y la famosa boa, con quien nos tomamos fotos, a pesar de los nervios. Lo característico de este zoológico era que, aquellos animales estaban siendo tratados, para luego volver a su habitad natural. También hemos tomado agüita de coco, helado de coco, para poder estar frescos. Mientras volvíamos a Iquitos, contemplábamos la belleza de la selva, como vive la gente, percatándonos de que la mayoría de sus casas son de madera pero construidas en alto, porque el río crece y así evitan la inundación.

Por la tarde, nos dirigimos al centro de Iquitos, conociendo su catedral, su plaza, la feria de artesanía, el museo amazónico, tanto hemos caminado, que nuestro obispo nos invitó un rico helado. El malecón nos permitía una hermosa vista del rio, parecía el mar. Una belleza envidiable. Continuamos con nuestro recorrido, y nos animamos a ir al cine, ya que nosotros normalmente no tenemos el cine cerca sino a 8 o 12 horas, en ese momento estaba en estreno la película del Rey León. Un día agitado, pero bien aprovechado. Luego cenamos y a dormir, al día siguiente sería más agitado aún.

Día 01 de Agosto

Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: “al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor” (Sal 136,6) Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo: “¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los cielos, aguas que están sobre los cielos!  Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados” (Sal 148,3-5) Existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos (1).

En este segundo día de viaje, nos disponíamos a internarnos más en la selva, desde el terminal de los rápidos, que al igual que las combis, si no se llena no sale, pero bueno, logramos salir rumbo a Indiana, sede del Vicariato San José, una hora de recorrido por el Rio, allí conocimos más la realidad de aquellas comunidades, falta de sacerdotes misioneros, pero con atención de misioneros y misioneras consagrados y laicos, pensar que esto solo era el inicio de la gran selva que aún espera de aquellos misioneros. Inclusive un solo sacerdote podría atender entre 50 comunidades que para visitarlos genera bastante gasto, que si no fuera solventado por la generosidad de diversas instituciones no se podría llevar a cabo, sin embargo, el Señor nunca abandona su obra.

Parte de la mañana estuvimos en un encuentro de catequistas del Vicariato, una esperanza para aquellas comunidades, que desde muy lejos venían a representar a su comunidad y con ganas de seguir adelante en esta misión. Antes de culminar la mañana partimos en motos taxis 30 minutos más o menos hacia Mazan, otra parroquia sin sacerdote, atendida desde Indiana, lugar comercial, de mucha gente, nos acogieron muy bien y probamos nuevamente el agua de coco, con tanto ajetreo no teníamos hambre, sino sed. Bueno si teníamos hambre también.

Por la tarde, después de almorzar y de realizar una breve siesta, nos dirigimos a los alrededores de Indiana, caminando alrededor de todo el pueblo, conociendo la realidad de la gente, recién les ponían luz eléctrica en algunas zonas, nos contaban como a veces la crecida del rio generaba  las famosas mudanzas, que no sólo consiste en irse con sus cosas, sino literalmente con sus casas también, hechas de madera. Admirable lo que viven nuestros hermanos de la gran selva.

En el Instrumentum Laboris para el sínodo de la Amazonía en el numeral 20, nos habla de la conexión, nos dice que todo el territorio está conectado; “una mirada contemplativa, atenta y respetuosa a los hermanos y hermanas, y también a la naturaleza, al hermano árbol, a la hermana flor, a las hermanas aves, a los hermanos peces y hasta a las hermanitas pequeñas como las hormigas, las larvas, los hongos o los insectos, permite a las comunidades amazónicas descubrir cómo todo está conectado, valorar cada creatura, ver el misterio de la belleza de Dios revelandose en todas ellas y convivir amigablemente” distinto muchas veces de nuestras ciudades, donde no se nota la conexión, sino al contrario, se van haciendo mundos distantes el uno del otro, deberíamos aprender a valorar más nuestro entorno, la creación de Dios. En esta conexión, diría yo, está la riqueza, puesto que se evita la acumulación de materiales inservibles. Este día culminó con una mayor conciencia sobre la casa común, pasamos la noche en Indiana.

Día 02 de Agosto

Muy temprano, nos disponíamos a retornar hacia Iquitos, 6 am  la lancha rápida estaba lista para partir. En menos de 50 minutos estuvimos nuevamente en Iquitos, este día nos encontraríamos brevemente con los profesores de Religión, quienes aperturaban un diplomado, gestionado por su Obispo Mons. Javier Travieso, quien dicho sea de paso, nos acogieron desde el primer momento con alegría y cariño.

Seguidamente, prácticamente todo este día, fuimos recibidos por tres misioneras laicas, una de ellas, Dominic, de Polonia, 37 años en la selva, más peruana que muchos de nosotros, toda una vida inmersa en la gran selva, junto a Bea y una misionera mejicana. Ellas prepararon unas diapositivas, incluso nos explicaron desde un mapa, toda la realidad, que se la conocían de memoria. Algo que debo recalcar en sus explicaciones es que no había formalismos, ni apariencias, todo real y sobre todo manifestaban la alegría de servir allá. En pocas palabras, no se arrepienten de servir en la gran selva. Al contrario nos invitan a vivir una experiencia más cercana. Dominic, nos compartia la gran expectativa que se ha generado en torno al sínodo amazónico, buscando atender mejor las comunidades de la selva.

Es evidente que en tres días no se pudo ahondar más, por eso decía que no pretendo añadirle nada nuevo, más que la experiencia corta pero significativa. Ahora, aterrizando un poco la emoción, seamos conscientes que ellos necesitan más presencia de misioneros, ellos valoran mucho la presencia, puesto que, ven un representante que los defiende y es su voz.

Conclusión

Quisiera definir este viaje como providencial, nos abre más el panorama de la misión, enseñándome a valorar mejor lo que tenemos. El Istrumentum laboris en su numeral 12 dice; “la búsqueda de los pueblos indígenas amazónicos de la vida en abundancia, se concreta en lo que ellos llaman el “el buen vivir”. Se trata de vivir en armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo, ya que hay inter-comunicación entre todo el cosmos, en donde no hay excluyentes ni excluidos y que entre todos podamos forjar un proyecto de vida plena” sin embargo existen amenazas de ir en contra del buen vivir, sobre todo, de quienes tienen intereses económicos y políticos, destrucción y explotación ambiental y por la sistemática violación de los derechos humanos, ya no podemos permitir otro genocidio, ya basta¡¡¡

Agradecemos a Dios por esta experiencia, también a nuestro Obispo Reinaldo, quien organizó este viaje y a Mons. Javier Travieso, que en todo momento nos atendió, junto a sus misioneros consagrados y laicos.


                                                                        Pbro. Jaime Luis Carrascal Quiroz
                                                                        Vicario Parroquial “San Pedro Apóstol”
                                                                        Caravelí

Visitando una comunidad en la selva

P. Jaime Carrascal Quiroz

P. Víctor Arcos Sota

P. Francisco Vargas Toro
Obispo Reinaldo con los padres y seminarista de la Prelatura


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