Lo repitió
hasta el cansancio: “¡Otros se venden, yo no!”. La culpa siempre tenían sus
ratas, no El. “Yo no nací para robar”. Bravucón en palabras, pero cobarde en
sus actos. ¿No es un acto cobarde de refugiarse en una embajada para huir de la
justicia peruana? ¿No es un acto cobarde de intentar suicidarse para no ir a la
cárcel?
Nadie nació para robar. Nacimos inocentes, pero
este mundo materialista nos corrompe. Y aunque los expresidentes y muchos otros
corruptos dicen lo contrario con palabras muy elocuentes, se han dejado
corromper.
Recuerden al apóstol Judas. Recibió mucha plata para
traicionar a Jesús. Sin embargo, la plata no lo hizo feliz. Se desesperó y se
suicidó.
El profeta Amós dice en nombre de Dios: “Ay de los que
se creen jefes de la nación más importante” (Am6,1). “Detesto la arrogancia de
Jacob, odio sus palacios y entregaré la ciudad con todo” (6,8). “Compraremos al
indefenso por dinero, venderemos hasta los deshechos del trigo” (8,6) “¿Cómo no
va a temblar el país por todo esto?” (8,8).
Si Señores, el país tiembla, está indignado y quiere
cambios. No de palabras sino de hechos. Por fin tenemos una prensa, que
investiga. Por fin tenemos fiscales valientes. Por fin tenemos a varios
corruptos en la cárcel.
Que esta Semana Santa nos ayude a renovarnos a todos.
Hay que ser valiente y aceptar nuestras culpas. Es un Vía Crucis sí. Pero no
hay resurrección sin pasar por esta cruz. El no aceptar nuestras culpas es de
Cobardes, pedir perdón de todo corazón y cambiar es de Valientes.
Por Mons.
Reinaldo Nann
Obispo Prelado
de Caravelí
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