Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 43-48
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis
oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os
persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace
salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo
también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed
perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Por
haberse humillado ante mí
Elías
interviene ante los abusos de poder del rey Ajab. Elías le hace saber todo el
sufrimiento que va a padecer, el mismo que él ha infringido. El rey Ajab está
ante el Dios de Israel. Sólo será perdonado si se humilla ante ese Dios.
Esta
imagen divina, que somete a reyes poderosos que se han creído dioses, está
siempre en disputa a lo largo del libro de los Reyes. Aparece un profeta que
habla de parte del Dios de Israel porque han sometido a su pueblo. Sus
intervenciones son a favor de los débiles. Podemos recordar al profeta Natán
ante el rey David.
El
abuso de poder no sólo está en los reyes. También es una tentación para aquellos
que ostentan una responsabilidad ante otros: jueces, políticos, profesores,
sacerdotes, padres… Todos, en el ejercicio de nuestros servicios hacia los
demás, podemos caer en la tentación del abuso de poder.
El
abuso de poder es sobrepasar los límites del servicio y la responsabilidad que
ostento. Por lo general, se vale de la debilidad de los otros para esconder las
propias. El abuso de poder tiene muchas caras y se basa en la manipulación y la
opresión. Es violentar al otro en su libertad y en su integridad física o
psicológica.
En
este pasaje bíblico sólo la humillación ante Dios salva a Ajab de su ira. Un
sentimiento que es más humano que divino, pero es el miedo a la desaparición lo
que hace a Ajab cambiar de actitud. El miedo que provoca desaparece ante el
miedo que siente. Teme a Dios. Y cuando uno provoca amenazas es porque en su
interior vive con miedos más profundos.
Amad,
haced el bien, rezad
En el
Evangelio de Mateo Jesús nos propone estas tres acciones a la hora de situarnos
frente a nuestros enemigos: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que
os aborrecen, rezad por quienes os persiguen.
Son
tres acciones que nos sitúan fuera del odio, la ira y la venganza. El amor a
nuestros enemigos nos sitúa fuera de las actitudes bélicas que malgastan
nuestras energías, el hacer el bien a los que nos aborrecen nos permitirán
elevarnos ante el desprecio de otros, y situarnos en la comprensión de ser
humano como el otro cercano y digno del bien. Rezad por los que os persiguen,
es para que Dios le haga ver una vida distinta donde el cambio del corazón es
importante.
A
nuestros enemigos los conocemos: la distancia está puesta de por sí; lo mismo
que aquellos que nos aborrecen, porque el desprecio que muestran marca una
distancia que nos separan ante el modo de comprender la vida. La persecución es
patológica, no permite vivir. Nada podemos hacer frente a la persecución, ya
que busca la aniquilación de la persona, de los pueblos, de las culturas y las
religiones. Es cosa de Dios, porque necesita de un milagro para ser sanado.
Por
eso, es importante seguir preguntándonos con el interrogante que Jesús dirige a
sus discípulos: si sólo amamos a lo que nos aman ¿qué mérito tenéis?
La
pregunta es clave. Ya que en nuestras manos como cristianos está la manera de
mostrar al mundo otro lenguaje diferente. Un lenguaje de acogida que suponga
acoger al otro, aunque sea enemigo de mis principios. Mostrarle al otro cómo se
aprecia la vida, hacer el bien, y con ella a las personas. Y, por otro lado,
cómo Dios puede llenar nuestra existencia rezando por quienes no valoran la
vida en absoluto.
Este
ha de ser nuestro reto en cada momento histórico que nos toque vivir. La
llegada del Reino a nuestras vidas ha de propiciar un lenguaje diferente en
nuestro modo de vivir y existir. Si mantenemos el odio, si aborrecemos a quien
nos desprecia, si no le mostramos a quienes nos persiguen la vida de Dios, no
somos distintos de los paganos.
El
ser cristiano supone un cambio de mentalidad, un cambio de actitud, y un cambio
situación: no podemos usar el mismo lenguaje del mundo para resolver nuestros
conflictos. Se requiere que todas nuestras acciones hablen de Dios
misericordioso.
Fr. Alexis González
de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/19-6-2018/
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