Regina aeli 13/05/2018 Captura @ Vatican Media
“Señales de esperanza concreta y visible”
(ZENIT – 13 mayo 2018).- El Papa Francisco invita a los bautizados a ser
“hombres y mujeres de la Ascensión” que traen “señales de esperanza concretas y
visibles” y siembran el Evangelio con valor en las situaciones concretas de ”
nuestra vida y de nuestra historia”.
El Papa Francisco comentó el Evangelio de la Ascensión antes de la
oración mariana de Regina Caeli, este domingo, 13 de mayo de 2018, en la Plaza
de San Pedro, en presencia de unas 45,000 personas.
Aquí está nuestra traducción, rápida, de trabajo, de las palabras
pronunciadas por el Papa en italiano.
Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡hola!
Hoy, en Italia y en muchos otros países, se celebra la solemnidad de la
Ascensión del Señor. Esta fiesta contiene dos elementos. Por un lado,
dirige nuestra mirada al cielo, donde Jesús glorificado se
sienta a la diestra de Dios ( Mc 16:19). Por otro lado,
nos recuerda el comienzo de la misión de la Iglesia : ¿por
qué? Porque el Jesús resucitado y ascendido al cielo envía a sus
discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo. Por lo tanto, la
Ascensión nos exhorta a levantar nuestros ojos hacia el cielo, y luego nos
volvemos inmediatamente a la tierra, realizando las tareas que el Señor
Resucitado nos confía.
Esto es lo que el pasaje del Evangelio de hoy nos invita a hacer: el
evento de la Ascensión viene inmediatamente después de la misión que Jesús
confió a los discípulos. Es una misión sin límites, literalmente “sin
fronteras”, más allá de la fortaleza humana. De hecho, Jesús dice: “Id por
todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura” ( Mc 16,
15). ¡Esta tarea que Jesús confió a un pequeño grupo de hombres simples
sin grandes habilidades intelectuales parece tarea muy atrevida! Sin
embargo, esta pequeña compañía, sin importancia para los grandes poderes del
mundo, es enviada para llevar el mensaje de amor y misericordia de Jesús a
todos los rincones de la tierra.
Pero este proyecto de Dios puede realizarse solo por la fuerza que Dios
mismo les da a los apóstoles. En este sentido, Jesús les asegura que su
misión será apoyada por el Espíritu Santo. El dijo: “Recibiréis la fuerza
del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” ( Hechos 1,
8). Por lo tanto, esta misión podría realizarse y los Apóstoles lanzaron
este trabajo, que luego fue continuado por sus sucesores. La misión
confiada por Jesús a los Apóstoles ha continuado a través de los siglos, y
continúa hoy: necesita nuestra colaboración de todos. Cada uno, gracias al
Bautismo que ha recibido, está facultado para proclamar el Evangelio. Es
precisamente el Bautismo que nos fortalece y nos impulsa a ser misioneros, a
proclamar el Evangelio.
La ascensión del Señor al cielo, mientras inauguramos una nueva forma de
presencia de Jesús en medio de nosotros, nos pide tener ojos y un corazón para
encontrarnos con Él, servirlo y testificar de Él a los demás. Es ser
hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo en los caminos
de nuestro tiempo, que llevan su palabra de salvación hasta los confines de la
tierra. En este viaje, nos encontramos con Cristo mismo en nuestros
hermanos, especialmente en los más pobres, en aquellos que sufren en carne
propia la experiencia dura y mortificante de la pobreza antigua y
nueva. Como al principio el Cristo Resucitado envió a sus apóstoles con la
fuerza del Espíritu Santo, hoy nos envía a todos, con la misma fuerza, a llevar
signos de esperanza concretos y visibles. Porque Jesús nos da la esperanza y
hay ido al cielo y ha abierto las puertas del cielo en la esperanza que
nosotros llegaremos allí.
Que la Virgen María que, como la Madre del Señor muerto y resucitado,
anima la fe de la primera comunidad de discípulos, también nos ayude a nosotros
a guardar “en lo más alto de nuestros corazones”, como la liturgia nos exhorta
a hacer. Y al mismo tiempo, que nos ayude a tener “los pies en la tierra”
y a sembrar el Evangelio con valentía en las situaciones concretas de nuestra
vida y nuestra historia.
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