Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo,
Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba,
el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado:
«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros
sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Reflexión del Evangelio de hoy
Predicar
y enseñar
La lectura de hoy es como un resumen de la
estancia de San Pablo en Roma. Pablo se ha instalado en una casa en régimen de
arresto domiciliario, pero esto no resta ni un ápice a su misión
evangelizadora.
Quisiera
que fijáramos nuestra mirada en dos puntos de esta lectura. Primero, cómo Dios,
en su Providencia, se sirve de lo humano para llevar adelante su plan divino.
El hecho de que judíos y romanos no se pongan de acuerdo en cómo proceder con
Pablo, hace que éste llegue a Roma y allí pueda anunciar libremente el
Evangelio, y dar cumplimiento al mandato de Jesús: “Id y anunciad, hasta los
confines de la tierra”.
Muchas
veces en nuestra vida ocurren cosas que nos desconciertan y no son sino
instrumentos en las manos de Dios para llevar a cabo su obra en nosotros.
Aprendamos esta lección y confiemos. Hagamos esta oración: “de tus manos, Dios
mío, lo acepto todo, tal como venga. Es siempre bueno, lo sé. He aprendido que
soportando todas las pruebas se las puede convertir en bien… Siempre, desde que
me dispongo a afrontarlas, las pruebas se cambian el algo hermoso.”
Segundo,
la actitud de Pablo. Él es consciente de que lleva esas cadenas por haber
predicado la Resurrección de Cristo, pero está tan cierto de que ésa es la
Verdad que salva, que no puede dejar de anunciarla. Así nos dice el texto:
"predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo,
con toda libertad y sin que nadie lo molestase”.
Los
cristianos hemos recibido el mismo mandato que Pablo y los Apóstoles. ¿Cómo lo
llevamos a cabo?, ¿Es nuestra vida coherente con nuestras palabras?,
¿Acomodamos nuestros mensaje al auditorio por miedo a las dificultades?
Mañana
que celebraremos Pentecostés, invoquemos con fuerza al Espíritu para que nos
infunda la valentía de ser testigos de Cristo en nuestros ambientes.
Tú,
sígueme
Llegamos
al final del tiempo Pascual y también al final del Evangelio de Juan. En este
pasaje nos sorprende Jesús con una respuesta inusual a quien ha pasado su vida
predicando el amor a los hermanos. Ese: “y a ti que te importa” que le dice a
Pedro cuando le pregunta por el futuro de Juan, no es una “mala contestación” sino
el preámbulo perfecto para resaltar lo que viene después: “Tú, sígueme”.
Jesús
llama a Pedro a su seguimiento, y con él nos llama a nosotros. Todos somos
discípulos del Señor. Nuestro seguimiento es consecuencia de haberlo conocido,
de amarlo y de estar totalmente comprometidos con Él y con su Evangelio. Nadie
puede andar ese camino por nosotros, ni nosotros marcar el paso de los otros.
El seguimiento de Jesús es único e intransferible para cada persona. Tenemos
que descubrir lo que Dios ha soñado para nosotros y pedir la gracia y la fuerza
para ser fieles a la llamada del Señor.
Nuestro
modelo a seguir es Jesús, por eso no nos debe importar cómo lo sigan otros.
Tengamos los ojos fijos en Él para no distraernos en el camino y perder el
tiempo en cosas que no pueden colmar nuestro anhelo de felicidad.
Ven
Espíritu Divino, infunde en nosotros la fuerza para ser fieles discípulos de
Jesús. Amén.
MM. Dominicas
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/19-5-2018/
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