Mons. Reinaldo Nann

sábado, 4 de noviembre de 2017

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1.7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Reflexión del Evangelio de hoy

Los dones y la llamada de Dios son para siempre
Quiero comenzar esta reflexión partiendo de esta promesa y afirmación con la Pablo termina esta 1ª lectura: “los dones y la llamada de Dios son  para siempre, son irrevocables” (V29), podemos utilizar otros sinónimos de ese “irrevocable”, hay muchos, todos llevan la fuerza de la totalidad. Por tiempo mi mente se quedó fijada en ese V29, siento una opresión en el corazón que me dice: ¡cómo vas a llegar a conocer la ternura, la profundidad y firmeza de Dios…! ¿Cómo? ¿Qué experiencia te habita?
Entonces vuelvo a leer el texto y me fijo en cuantas respuestas se da Pablo para sus propias preguntas. El pueblo de Israel no acogió o más bien una parte de él rechazó al Mesías=Jesús, es decir rechazó su propia salvación, no por ello deja de ser menos salvación, es más, Pablo siente que esta ceguera parcial, esta caída,  debida al rechazo a Cristo por los judíos, encaja perfectamente en el plan de redención de Dios para toda la humanidad. Dios por medio de su misericordia ha abierto ampliamente las puertas de la salvación a los no judíos, a los gentiles, a nosotros, a todos.
En el corazón de Pablo anida un rayo de esperanza, por propia experiencia conoce quién es Dios: Dios es el fiel, el que no se desdice, el que tiene capacidad de perdón por que ama, se le conmueven las entrañas…por eso el castigo para Israel no será ni total ni definitivo. “Pondré mi ley y la escribiré en su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jr 31, 33ss)
Y también quién es él: “también yo soy israelita “(V1b) se coloca como el mejor ejemplo para mostrar el poder y la gracia de Dios. En mi su gracia, no ha sido vana. Si en él siendo un perseguidor, pudo la gracia hacer el Apóstol de los gentiles,¡ qué no hará en toda la humanidad cuando llegue ésta a su plenitud!
Dios es fiel a sus promesas. Esto es verdad para los creyentes en el AT como para los santos en el NT. La clave es la fidelidad de Dios, no la humanidad; la misericordia de Dios, no nuestro desempeño humano. La elección tiene el propósito de bendecir, nunca de excluir. Caminemos con esta esperanza.
¡No elijan los primeros asientos…!
Hoy Lucas nos ofrece dos breves relatos situados en una invitación a la que acude Jesús: el 1º trata de la elección de los primeros puestos; el 2º explica a quiénes debemos invitar.
Nos dice que “le acechaban,” está claro que esperaban que Jesús cometiera algún error y poder acusarlo. Por qué Jesús aceptaría tal invitación? Su mensaje y  Él mismo  no consideraba necesario excluir a nadie; su espíritu es inclusivo siempre. Aunque el orgullo de la elite pueda impedir que reciban la gracia de Dios, la gracia sí es accesible para ellos. No es Jesús el que se aleja del pecador, sino el pecador que se aleja de Jesús 
La invitación a comer constituye el asunto de la enseñanza del evangelio de hoy. La humildad, los pobres y la generosidad con ellos están en el centro de los dos relatos.
Con su predicación y con su vida; Jesús, no nos dice cómo avanzar en el reino de este mundo, ni cómo encontrar reconocimiento en él, sí nos revela cómo funcionan las cosas en el reino de Dios. “Porque el  que se ensalza, será  humillado; y el que se humilla, será  ensalzado”  (v. 11). Ésta es la regla para la vida del reino de Dios – una inversión que pone nuestro mundo social al revés, revelando un mundo con reglas muy diferentes. Al avisarnos de esta inversión inminente, Jesús ayuda a prepararnos para vivir en el reino de Dios, aprendiendo y siguiendo ahora las reglas del Reino. El reconocimiento de estas reglas hace que el reino de Dios se convierte en una realidad presente, y no solo una esperanza futura.
El último versículo (v14)  termina con el mejor “piropo” que  puede  desear oír  una persona al final de su vida: ¡Dichoso-a tu que has entendido y vivido el evangelio! Es la felicidad que nace del hecho de hacer de tu vida un gesto de total gratuidad. Entra en el reino de tu Señor.

Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/4-11-2017/

No hay comentarios:

Publicar un comentario