Mons. Reinaldo Nann

viernes, 16 de mayo de 2014

Madre, tu corazón nos acerca a Dios

Es tan puro y grande el amor de una madre que solo puede compararse con el amor de Dios, dijo un poeta. Al acercarse la celebración del día de la madre queremos agradecer, reconocer y valorar a aquella mujer cuya maternal misión ha dejado huellas en la historia: ya sea fortaleciendo el corazón de un hijo en el silencio de su lucha ya sea sosteniendo civilizaciones con su amor y su dulzura.

La madre cuyo amor, en la infancia, estructura el alma de su hijo, es la que con su vida y con su ejemplo señala los valores que forman al ciudadano del futuro. Cuando miramos los inicios de nuestra existencia, marcados por la debilidad y la fragilidad, admiramos el poder de la sonrisa de aquella heroína silenciosa que llamamos madre. Ella cuidó nuestra vida y la protegió con inefable dulzura muchas veces o con indómita bravura cuando se cernía una amenaza. A ella, hoy homenajeamos rendidos de admiración.


En las Sagrada Escrituras encontramos admirables testimonios de amor maternal. Desde aquella mujer que ante el juicio del rey Salomón prefiere entregar al hijo de sus entrañas -por que luchaba- antes que permitir que sea asesinado, hasta la heroica madre de los Macabeos que para no traicionar su fe asiste al holocausto de sus hijos, muriendo en cada uno de ellos, pero alentándolos -segura de la resurrección- a ser fieles a Dios y coherentes con su fe hasta el martirio.

A ti venerable madre gracias por estar cerca de cada uno de tus hijos como si fuese el único. Que aquellos que te aman sepan alegrar tu corazón y Dios premie tu amor sin condiciones con la paz y la felicidad por la intercesión de la Virgen María.

¡Feliz Día de la Madre!

P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto
Conferencia Episcopal Peruana

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