Mons. Reinaldo Nann

lunes, 19 de agosto de 2013

Tengamos fija la mirada en Jesús para renunciar a toda violencia

18-08-2013 Radio Vaticana

(RV).- La Palabra de Dios de este domingo contiene “una palabra de Jesús que nos pone en crisis”, afirmó el Obispo de Roma en la reflexión previa a la oración del ángelus en la plaza del Santuario de San Pedro en Roma, refiriéndose al evangelio de Lucas 12, 51 donde Jesús dice a sus discípulos: “¿piensan que he venido a traer paz sobre la tierra?, les digo que no, sino división”.

El Sucesor de Pedro explicó que significa que la fe no es algo decorativo, ornamental; que significa elegir a Dios como criterio base de la vida; que después que Jesús ha venido al mundo no podemos hacer como si no conociésemos a Dios y Dios no es neutro, Dios es amor.

Papa Francisco explico que “no es que Jesús quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario: Jesús es nuestra paz, ¡es reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien, la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto divide, lo sabemos, divide también los lazos más estrechos. Pero atención: ¡no es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es «signo de contradicción» (Lc 2,34).

Por lo tanto –dijo, “esta palabra del Evangelio no autoriza de hecho al uso de la fuerza para difundir la fe. Es propiamente lo contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles”.

El Vicario de Cristo invito a pedir a María “que nos ayude también a nosotros a tener la mirada fija en Jesús y a seguirlo siempre, también cuando cuesta.”

Jesuita, Guillermo Ortiz –RV

Texto completo de las palabras del Papa durante el rezo del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días,


En la Liturgia de hoy escuchamos estas palabras de la Carta a los Hebreos: «Corramos con perseverancia al combate que se nos presenta. Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús» (Heb 12,1-2). Es una expresión que debemos subrayar de forma particular en este Año de la fe. También nosotros, durante todo este año, tenemos la mirada fija en Jesús, porque la fe, que es nuestro “si” a la relación filial con Dios, viene de Él; viene de Jesús: es Él el único mediador de esta relación entre nosotros y nuestro Padre que está en el cielo. Jesús es el Hijo, y nosotros somos hijos en Él.

Pero la Palabra de Dios de este domingo contiene también una palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que debe ser explicada para no generar mal entendidos. Jesús dice a los discípulos: « ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división» (Lc 12,51). ¿Qué cosa significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión. Como si fuera una torta que se la decora con la crema ¡No! La fe no es eso. La fe comporta elegir a Dios como criterio-base de la vida, y Dios no es vacío, no es neutro, Dios es siempre positivo, Dios es ¡amor! Y el amor es positivo. Después que Jesús vino al mundo, no se puede hacer como si no conociésemos a Dios. Como si fuera una cosa abstracta, vacía, puramente nominal. No Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros. Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario: Jesús es nuestra paz, ¡es reconciliación! Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad. Jesús no trae neutralidad. Esta paz no es un acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien, la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí divide, lo sabemos, divide también los lazos más estrechos. Pero atención: ¡No es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es “signo de contradicción” (Lc 2,34).

Por lo tanto, esta palabra del Evangelio no autoriza de hecho el uso de la fuerza para difundir la fe. Es precisamente al contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles. ¡Fe y violencia son incompatibles!

En cambio fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento pero es fuerte y ¿con que fortaleza? con aquella de la mansedumbre; la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor.

Queridos amigos, también entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar, nos lo dice el Evangelio (cfr Mc 3,20-21). Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, teniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias también a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana (cfr Hch 1,14). Pidamos a María que también nos ayude a nosotros a tener la mirada bien fija en Jesús y a seguirlo siempre, también cuando cuesta.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera-Radio Vaticano)

Palabras del Papa y saludos tras el rezo del Ángelus

Tras el rezo mariano del Ángelus, el Papa insistió en el deber del cristiano de involucrarse y elegir a Dios como criterio-base de la vida:

Recuerden esto: ¡seguir a Jesús no es neutralidad, seguir a Jesús significa comprometerse, porque la fe no es una cosa decorativa, es fuerza del alma!

El Pontífice saludó con afecto, a los miles de fieles romanos y peregrinos, a las familias, a los grupos parroquiales y juveniles que estaban reunidos en la plaza de san Pedro.

Quiero pedirles una oración por las víctimas del hundimiento del transbordador en Filipinas. También para la familia hay tanto dolor. También continúen rezando por la paz en Egipto, todos juntos. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros. Todos. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.

Luego, el Santo Padre Francisco saludó a un grupo de folklore polaco de Edmonton, en Canadá. Y un saludo especial lo dirigió también el Papa a los jóvenes de Brembilla, cerca de Bérgamo, y bendijo las antorchas que llevarán a pié desde Roma a su pueblo. El Papa saludó asimismo a un grupo de jóvenes de Altamura. A todos les deseó un buen domingo y una buena comida!


ER RV

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