Toda persona está llamada a aliviar el sufrimiento de los
inocentes y luchar contra sus causas. Sin embargo, su sentido puede
vislumbrarse sólo en la perspectiva de la vida eterna: esa injusticia causada
por la libertad humana mal utilizada, Cristo la ha convertido en camino que
conduce a cada persona a la resurrección; a la humanidad, a su felicidad
definitiva.
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