Mons. Reinaldo Nann

miércoles, 22 de abril de 2020

¿Porque los obispos en el Perú no permiten misas con público?


Semana Santa | Fieles viven el Jueves Santo y Viernes Santo a ...
Muchas personas católicas, especialmente los de misa diaria, están desesperadas: quieren comulgar, porque recibir la comunión es la máxima expresión de su amor y unión con Jesucristo.
También los sacerdotes nos aburrimos celebrar la misa sin gente. Lo transmitimos virtualmente, pero no es lo mismo. Y hay una creciente presión de ciertos sectores de la iglesia hacia los obispos, que permitan nuevamente la participación directa de los fieles en la misa. Se sienten perseguidos por las autoridades civiles y apelan a la libertad religiosa.

La libertad religiosa es un bien importante, que garantizan la mayoría de los estados, pero cada libertad tiene un límite, especialmente cuando pone en peligro un bien mayor como es la vida de otras personas.
¿Porque actualmente están prohibidas las misas con público? Porque son aglomeraciones de personas, que traen en si el grave riesgo de contagiarse o contagiar a otros con un terrible y letal virus. No están solamente prohibidos las misas católicas, sino todo tipo de aglomeraciones de gente. Hay países, que tienen un sistema de salud mucho mejor que el peruano y pueden aguantar más casos, que necesitan, una cama con ventilación mecánica. El Perú ya no. Ha llegado al límite de su capacidad. Permitir ahora aglomeraciones de gente sería aumentar el riesgo que para muchos pacientes ya no habrá una cama en UCI y van a morir mucho más gente. Es verdad, que se podría hacer misas con todos, con las medidas de seguridad. Disminuiría la posibilidad de la infección, pero no la anula. Siempre el celebrante tendría que preguntarse en su consciencia: ¿He contribuido a la muerte de mis feligreses y sus contactos?
Espero ansioso el día que disminuyen los casos de los nuevos infectados y que aumenten los espacios en camas UCI. Este día podemos bajar un poco la guardia y bajo ciertas medidas de seguridad, que se coordinarán con el gobierno, permitir a cierto número de fieles participar nuevamente en la comunión.
Es verdad, que la comunión es también una medicina espiritual, que nuestros fieles extrañan y necesitan justo ahora. Pero esta “medicina” tiene aquí y ahora efectos secundarios posiblemente letales. Sería muy irresponsable ofrecerle en este momento. Cuando el efecto secundario ya no exista, será el momento. Y esto será distinto en cada país, dependiendo de su sistema de salud.
Hasta el Papa Francisco ha cerrado la iglesia de San Pedro. Quiere proteger a los fieles y no exponerlas a riesgos letales.
Existen muchos pueblos indígenas y andinos, que no tienen acceso a la eucaristía más que una vez al año. Y han sobrevivido en su fe. Qué bueno, que haya un hambre eucarístico. A veces estar físicamente separados puede hacer crecer el amor entre dos personas. ¿Por qué no con el Señor eucarístico también?
¿Qué podemos hacer por mientras?
Las misas en televisión y virtuales no son lo mismo, pero algo es algo. Especialmente invitamos a los fieles a la comunión espiritual durante o fuera de esta transmisión.
Hay otro alimento y medicina espiritual para el cristiano, que es la Palabra de Dios. Es importante alimentarnos ahora con el pan de la palabra. Lo pueden hacer las familias abriendo y compartiendo su biblia en casa. Puede ser una manera intensa de unirnos con Cristo. Y la oración. Su intensidad nos lleva a un encuentro profundo con Cristo. En vez de quejarnos sobre el estado o enfrentarnos entre católicos hay que buscar nuevos caminos de encuentro con el Señor. Algunos países ya han aflojado sus medidas y para el Perú también va a llegar su tiempo. “Todo tiene su tiempo”, dice la Biblia (Ecl 3).
                                                                P. Reinaldo Nann, Obispo Prelado de Caravelí

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