Por D. Adolfo Ariza, sacerdote de la
Diócesis de Córdoba
ABRIL 08, 2020 09:15REDACCIÓNSEMANA SANTA 2020
(zenit – 8 abril 2020).- La Misa Crismal que
concelebra el obispo con su presbiterio en la mañana del Jueves Santo, o bien
en algunos de los días próximos dentro de la misma Semana Santa, es una de las
expresiones más claras de la comunión de los presbíteros con el obispo.
Esta Semana Santa, con motivo de las
medidas de prevención para evitar la propagación del coronavirus, la Misa
Cristal se celebra en la mayoría de las diócesis con los templos a puerta
cerrada, y con una pequeña representación del clero.
El Papa Pablo VI quiso, en efecto,
que esta Misa fuera una fiesta del sacerdocio (cf. SC 57). Tal y como expresa
el prefacio de la plegaria eucarística de este día, Cristo, “único pontífice de
la nueva alianza”, “ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo
santo”, y “ha elegido a hombres de este pueblo, para que por la imposición de
manos, participen de su sagrada misión”.
No en vano, en esta misma
celebración, los presbíteros renuevan las promesas sacerdotales que formularon
el mismo día de su ordenación sacerdotal ante el obispo y el pueblo santo de
Dios.
Bendición de los óleos
En esta celebración tiene lugar la
bendición del óleo de los enfermos y de los catecúmenos, así como la
consagración del Santo Crisma. La Liturgia de la Iglesia recoge, así, el uso
del Antiguo Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la consagración
los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo
nombre significa el “Ungido del Señor”.
El óleo de los enfermos, cuyo uso
atestigua la Carta del Apóstol Santiago, remedia las dolencias del alma y
cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal
y conseguir el perdón de los pecados.
La oración de bendición lo expresa
así: “Tú que has hecho que le leño verde del olivo produzca aceite abundante
para vigor de nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición este óleo, para que
cuantos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y
experimenten alivio en sus enfermedades y dolores”.
Con el óleo de los catecúmenos se
extiende el efecto de los exorcismos, pues los bautizados reciben la fuerza
para que puedan renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y
renazcan de la fuente de la vida.
Así queda reflejado en la oración de
bendición: “Concede tu fortaleza a los catecúmenos […] para que, al aumentar en
ellos el conocimiento de las realidades divinas y la valentía en el combate de
la fe, vivan más hondamente el evangelio de Cristo, emprendan animosos la tarea
cristiana, y […] gocen de la alegría de sentirse renacidos y de formar parte de
la Iglesia”.
¿Qué es el Santo Crisma?
Con el Santo Crisma, consagrado por
el obispo, se ungen los nuevos bautizados y los confirmados son sellados, se
ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia y el
altar en su dedicación.
La consagración del Santo Crisma con
el que somos ungidos expresa que los cristianos, injertados por el Bautismo en
el Misterio Pascual de Cristo, hemos muerto, hemos sido sepultados y
resucitados con Él, participando de su sacerdocio real y profético, y
recibiendo por la Confirmación la unción espiritual del Espíritu Santo que se
nos da.
La Primera Carta de Pedro nos adentra
de este modo en la realidad de esta consagración: “Acercándoos a Él, piedra
viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también
vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual,
para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios
por mediación de Jesucristo” (1 Pe 2, 4-5).
Don Adolfo Ariza
Director del Instituto Superior de
Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez, de Córdoba
ABRIL 08, 2020 09:15SEMANA SANTA 2020
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