Mons. Reinaldo Nann

sábado, 21 de marzo de 2020

Sexto Día del Aislamiento Social: Impulsos para la Iglesia Doméstica (21 de marzo): La confesión, la indulgencia y el Señor de los Milagros.


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La cuaresma y especialmente la Semana Santa nos invitan a cambiar, a recibir el perdón de Dios. Jesús murió en la cruz no para juzgarnos sino para salvarnos. En sus apariciones el resucitado dio un poder especial a sus apóstoles: “Reciben al Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, Dios se los perdonará”. (Jn 20,22).
Por eso los pecados graves necesitan una confesión ante un sacerdote. Hay que confesarse por lo menos una vez al año, especialmente antes de la semana santa.
Este año tenemos una situación especial. Muchos no podrán confesarse ante un sacerdote, porqué no podemos salir de la casa por el Coronavirus. ¿Qué podemos hacer?

El catecismo N°1452 nos da una solución: “Cuando el fiel se encuentre en la dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse que la contrición (arrepentimiento) perfecta, expresada por una sincera petición de perdón y acompañada del firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales.” Es decir, en tiempos de aislamiento te puedes confesar ante Dios y hasta los pecados graves se te perdonarán. Aunque debes de confesarte después ante un sacerdote, cuando las circunstancias lo permiten.  
Podemos ayudarnos en familia haciendo nuestra lista de pecados. Después cada uno completa su lista en privado. Posiblemente queman la lista y cada uno pide sinceramente perdón a Dios.
Además, la iglesia nos da otra gran opción: La indulgencia plenaria. Es el perdón de las consecuencias del pecado, es decir nuestro tiempo en el purgatorio. En tiempos del Coronavirus la podemos conseguir sin habernos confesado y comulgado antes. Ahora puede ser también después. Simplemente vemos una misa en la televisión o en internet. Después rezamos un rosario o un Vía Crucis o compartimos un pasaje bíblico y ya conseguimos una indulgencia plenaria.
La Conferencia Episcopal Peruana nos invita a rezar el “ángelus” cada mediodía e invocar al Señor de los Milagros con la siguiente oración:

Señor de los Milagros, Padre que creaste al hombre, con tu soplo paternal, Hijo que salvaste al hombre, en el altar de la cruz, Espíritu Santo que iluminas y llamas a la conversión: mira con piedad a tu pueblo y perdónalo en tu bondad, sálvalo de la enfermedad y de la muerte, con tu poder celestial.
Señor de los Milagros, Fuente de nuestra unidad, Tú que sosiegas la tierra y ordenas que el mar se calme, te imploramos humildemente, por María, tu Madre y Madre nuestra, detén esta pandemia que aflige a nuestra Nación, envía a San Miguel Arcángel, Príncipe Celestial, para proteger a tu pueblo de las asechanzas del mal.
Señor de los Milagros, Esperanza y alegría del pueblo Peruano, mira a tus hijos que claman tu ayuda y tu misericordia, escucha el llanto de los niños, de los ancianos y enfermos, protege como siempre lo has hecho, a quien te implora de verdad, a quien a Ti se dirige con fe, confianza y entrega total, perdónale sus pecados y líbralo de este peligro mortal. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Prelatura de Caravelí (P. Reinaldo Nann, Obispo)

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