Mons. Reinaldo Nann

lunes, 30 de marzo de 2020

15. Día del Aislamiento Social, 30 de marzo: Impulsos para la Iglesia Doméstica


El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra»
Meditando la lectura del Día
Valdría también leer la historia de Susana de la primera lectura de hoy en Daniel 13,1-62
1.    El Texto:  Juan 8, 1-11 La mujer adultera
1 Jesús fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. 3 Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, 4 dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». 6 Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero
Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. 7 Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». 8 E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. 9 Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, 10 e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?». 11 Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
2. El Contexto: el texto en su tiempo
De nuevo un enfrentamiento entre Jesús y los escribas y fariseos. Otra vez por la ley de Moisés. El adulterio es un pecado grave y el Antiguo Testamento tiene un castigo fuerte: la muerte. Pero cuando lees el texto en Lev 20,10 algo salta a la vista: El castigo es para el varón y la mujer adúltera. Mientras los escribas y fariseos solo acusan a la mujer: ¡Que tal raza machista! Supuestamente conocen la ley, pero la aplican de manera desigual. Pero Jesús no se fija en este detalle. Tampoco en la correcta aplicación de la ley. Solo le da pena la víctima. No la condena. Encuentra una manera de avergonzar a los rigoristas y vengadores: Todos estamos con pecado. No quiere la condena, sino el cambio de la mujer. Y lo logra, siendo misericordioso con ella.
3. En el contexto actual
Lamentablemente también hoy hay muchas personas en la iglesia, que más les gusta condenar y castigar a los demás que ayudarles, a que cambien. ¿Conoces situaciones así? ¿En nuestra familia: también tiramos piedras, cuando alguien se equivoca? ¿Somos capaces de perdonarnos?
Sería bonito, terminar hoy con un gesto de perdón, unos con otros.
Prelatura de Caravelí, (P. Reinaldo Nann, Obispo)

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