Mons. Reinaldo Nann

martes, 10 de diciembre de 2019

Evangelio del día, miércoles 11-12-2019 (Segunda Semana de Adviento)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Reflexión del Evangelio de hoy

Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas
En este tiempo de Adviento podemos preguntarnos ¿cuál es el nivel de nuestra esperanza? ¿Cómo están robustecidas nuestras piernas al andar por la vida?
El profeta Isaías nos muestra a pueblo envuelto en el velo de la angustia y la desesperanza. La añoranza, el abandono la pretensión de un Dios cansado, que no cuida a su creación, es la vivencia de un pueblo cuando la esperanza está ausente.
Pero hemos de preguntarnos, ¿está ausente Dios? ¿Dios se ha cansado de nosotros?
El profeta ahuyenta ese pesar señalando que Dios está presente en toda la creación, en todo momento, dando fuerza al cansado y desvalido, acrecentando el vigor de quien no puede o no sabe andar. Son los jóvenes que tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas.
Esperar en el Señor para renovar las fuerzas es la clave de todo impulso creador que cada persona puede tener en su vida. Somos creadores con Dios de una historia de salvación, no podemos cargar la responsabilidad de vivir esperanzados sólo en Dios, nosotros también somos responsables de una vida que hemos de conducirla a la esperanza.
Dios no es un resuelve vidas, es un acompañante, camina con nosotros, nos empuja, nos levanta, nos alienta, nos anima como un amigo, pero no resuelve la vida por nosotros. No nos sustituye. Por eso, cuando le pedimos a Dios algo que estimamos que no ha sido cumplido, parece que obligamos a Dios a que haga lo que nosotros queremos, le culpamos y nos alejamos de Él cuando no resulta así.
Es entonces cuando nace la angustia, la añoranza de tiempos mejores, la desolación. Pero nuestra mirada ha de estar puesta en Dios enfocándose mejor.
Venid a mi… y yo os aliviaré
Venid a mí… es la primera llamada del Evangelio de Mateo a todos los que viven en la desolación y en el cansancio. Dios se muestra, en Jesús como alivio y descanso. Ahora es el tiempo del consuelo, ahora es el tiempo de la esperanza, ahora es el tiempo donde el alivio se muestra presente.
Venid a mi…porque hay razones de humildad y mansedumbre que esperan tu capacidad de resilencia y superación
Pero no sólo hay una llamada para acudir a Dios, también nos hace partícipes de nuestra capacidad de sanación y despertar a la esperanza. A la llamada constante de un “venid a mí”,Jesús une la capacidad de cargar con la cruz y un “aprended de mí” que los humanos tenemos como capacidad para acoger el Reino de Dios. De esta manera se halla el descanso.
Aprended de mi”requiere una mirada comprometida y constante a lo que Jesús dijo e hizo para ofrecer alivio y consuelo. No podemos mirar a nuestros hermanos perdiendo esta perspectiva con humildad.  Hemos de aprender la capacidad de ser alivio y consuelo para los que sufren. Creer conlleva transformarme en un agente activo de consolación y alivio para los adolecen de esperanza. Cristo es la referencia de la misericordia que Dios muestra para los más necesitados. Su suerte, su destino, su palabra, sus acciones son un ejemplo de compasión constante en mi camino de fe. Unirme a la piel del que sufre, para ayudar a levantarse de su situación.
Oremos por cuantos cansados hay de la vida y de la fe en Dios, para que encuentren un aliciente de esperanza en su camino, y muestren el rostro eterno de la misericordia de Dios.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

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