Palabras del Papa antes de la oración
DICIEMBRE 15, 2019 13:23ANGELUS Y REGINA COELI
(ZENIT
– 15 diciembre 2019).- En este tercer domingo de Adviento el Papa en su reflexión
dominical sobre el Evangelio antes de la oración mariana, nos invita a la
alegría del profeta Isaías: “Que el desierto y la tierra seca se alegren, que
la estepa florezca y se regocije” (35,1) y junto con María vivamos este
tiempo de Adviento como un tiempo de gracia.
A
continuación, ofrecemos las palabras del Papa antes de la oración del Ángelus
***
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
este tercer domingo de Adviento, llamado domingo de la “alegría”, la Palabra de
Dios nos invita por un lado a la alegría, y por otro a la conciencia de que la
existencia también incluye momentos de duda en los que es difícil creer.
Alegría y duda son experiencias que forman parte de nuestra vida.
A la
invitación explícita a la alegría del profeta Isaías: “Que el desierto y la
tierra seca se alegren, que la estepa florezca y se regocije” (35,1), la duda
de Juan el Bautista se opone en el Evangelio: “¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?” (Mt 11,3). En efecto, el profeta ve más allá de la
situación: tiene delante de él a personas desanimadas: manos débiles, rodillas
temblorosas, corazones perdidos(ver 35,3-4). Es la misma realidad que pone a
prueba la fe en todo momento. Pero el hombre de Dios mira más allá, porque el
Espíritu Santo hace que su corazón sienta el poder de su promesa, y anuncia la
Salvación: “¡Ánimo, no tengas miedo! Aquí está tu Dios, […] Él viene a
salvarte” (v. 4). Y luego Todo se transforma: el desierto florece, el consuelo
y la alegría se apoderan de los perdidos de corazón, el cojo, el ciego, el mudo
son sanados (cf. vv. 5-6). Esto es lo que se realiza con Jesús: “los ciegos”
recuperan la vista, los cojos caminan, los leprosos se purifican, los sordos
oyen, los muertos resucitan, el Evangelio es anunciado a los pobres” (Mt 11,5).
Esta
descripción nos muestra que la salvación envuelve al hombre por completo y lo
regenera. Pero este nuevo nacimiento, con la alegría que lo acompaña, presupone
siempre una muerte para nosotros y para el pecado que está en nosotros. De ahí
la llamada a la conversión, que es la base de la predicación tanto del Bautista
como de Jesús. En particular, se trata de convertir la idea que tenemos de Jesús.
Y el tiempo de Adviento nos anima a hacerlo precisamente para preguntar que
Juan el Bautistaesta le hace a Jesús: “¿ eres tú el que tiene que venir o
debemos esperar a otro?” (Mt 11,3). Pensemos: durante toda la vida que Juan ha
estado esperando al Mesías; su estilo de vida, su cuerpo en sí mismo está
moldeado por esta espera. También por esta razón Jesús los alaba con estas
palabras: nadie es más grande que el que ha nacido de una mujer (cf. Mt 11,11).
Y sin embargo, él también ha tenido que convertirse a Jesús. Como Juan, también
nosotros estamos llamados a reconocer el rostro que Dios ha elegido asumir en
Jesucristo, humilde y misericordioso.
El
Adviento, tiempo de gracia, nos dice que no basta con creer en Dios: es
necesario purificar nuestra fe todos los días. Se trata de prepararnos para
acoger no a un personaje de cuento de hadas, sino al Dios que nos llama, nos
involucra y ante la cual se impone una elección. El niño que yace en el pesebre
tiene el rostro de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, de los pobres
que “son los privilegiados de este misterio y, a menudo, los más capaces de
reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros”. (Carta Apostólica Admirable
signum, 6).
Que
la Virgen María nos ayude para que a medida que nos acercamos a la Navidad, no
nos dejemos distraer por las cosas externas, sino que hagamos espacio en
nuestro corazón para Aquel que ya ha venido y quiere venir de nuevo a curar
nuestras enfermedades y darnos su alegría.
DICIEMBRE
15, 2019 13:23ANGELUS Y REGINA COELI
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