Mons. Reinaldo Nann

jueves, 10 de octubre de 2019

Evangelio del día, viernes 11-10-2019 (Vigésimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario


Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,15-26
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios
con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Faltan en el templo del Señor ofrenda y libación
Tenemos la primera lectura del Profeta Joel, un profeta perdido en el tiempo, al que unos colocan antes del exilio y otros después del regreso del mismo. Su mensaje es también ambivalente, pues en parte es amenazador y otra parte es esperanzadora. Quedémonos con esta parte.
Está cerca el día del Señor y nos lo presenta como un día de oscuridad y terror en el que una horda cubrirá los montes, aunque nos deja ver la esperanza de que esa nube enemiga no se repetirá en muchas generaciones.
Si la profecía está escrita en el tiempo del exilio, es fácil interpretar que el pueblo ha abandonado las prácticas religiosas, se ha olvidado del Templo, ha abandonado a Dios y el Dios celoso del A.T. amenaza con la situación del momento, pero deja abierta la puerta a la esperanza.
Una esperanza que leemos en el Salmo 9: en el que proclamamos que Dios, sentado en su trono, desde donde implantará su justicia, volverá a despejar las sombras que amenazan al pueblo por su infidelidad. Es el Dios misericordia que termina apareciendo en cualquier momento, aunque sea rodeado de terroríficas amenazas. Dios está y seguirá estando con nosotros, a pesar, muchas veces, de nosotros mismos.
El que no recoge conmigo, desparrama
Es, de nuevo, una de las frases lapidarias de Jesús. Una más que trata de responder a la cuestión que le plantean sus cada vez más numerosos enemigos. La señal gruerracivilista que aplica a las acusaciones de atacar al demonio en alianza con el propio demonio, es fácil de entender. Nadie puede sobrevivir luchando en contra de sí mismo.
Puede que por este camino podamos encontrar alguna aplicación personal de un relato aparentemente claro y sencillo. Pero puede que no sea tan sencillo ni tan claro. Puede que Jesús esté intentando enfrentarnos con nosotros mismos de forma que lleguemos a tomar alguna decisión personal con respecto al mensaje y la misión de Cristo.
¿Quién de nosotros, posiblemente con buenísimas intenciones, no nos hemos evadido de la realidad, excusando realizar un acto bueno porque nos parecía demoniaco?
Creo que el mensaje de Jesús que hoy escuchamos no deja lugar a dudas: mira tu interior, trata de mirar con los ojos del Maestro, contempla lo que te enseñó y actúa en consecuencia. Solo así evitarás desparramar en lugar de recoger.
En otro lugar Jesús va a decir que el que habla bien de él, aunque no sea del grupo, es merecedor de respeto porque no está en contra. Es otra forma de decir lo mismo: que nos invita a seguir predicando a Cristo, a continuar repartiendo su mensaje en todo momento, en cualquier ocasión, parezca o no propicia, porque es siempre necesario recoger y no desparramar.
Aceptar que Cristo ha acercado el Reino de Dios a los hombres, tener fe ciega en él supone hacer germinar en uno mismo las semillas que después deberá sembrar. Demos la vuelta a la frase de Jesús y creamos firmemente que el que habla bien de él, no está contra él. Dios ha puesto su mano sobre nosotros y ahora nos corresponde ayudar a sembrar, que no desparramar sin más, de forma que los operarios que él envíe puedan recoger frutos buenos y abundantes, manteniendo al demonio alejado, sin que tenga posibilidades de volver a instalarse en nosotros.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/11-10-2019/

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