Lectura
del santo evangelio según san Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo
rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo,
se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de
que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y,
colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con
sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los
ungía con el perfume.
Jesús tomó la palabra y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió: «Dímelo, maestro.»
Él respondió: «Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo: «Un prestamista
tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como
no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó: «Supongo que aquel
a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado
rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a
Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para
los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha
enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha
dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en
cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados
están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco
ama.»
Y a ella le dijo: «Tus pecados
están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a
decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu
fe te ha salvado, vete en paz.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Cuidarse
uno mismo y cuidar la enseñanza
Pablo
escribe a Timoteo con respecto a su predicación en relación a su juventud.
Muchas veces el ser joven impide el ser creíble. Todos buscan una solidez en la
palabra y en la experiencia, y no siempre se acoge lo que de verdad una persona
joven nos cuente de Dios, sobre la vida, o la alegría.
Por eso,
San Pablo le dice a Timoteo, “que nadie te desprecie por ser joven”.
Es una buena frase para los sacerdotes o laicos que empiezan en la tarea de la
evangelización. Por encima de todo el ánimo en alto. La inexperiencia de la
juventud se resuelve siendo modelo y ejemplo para los fieles, en el hablar y en
la conducta, coherencia primero de hacer lo que uno dice. Pero también la
coherencia en el amor, la fe y la honradez.
No es
poco lo que San Pablo pide a Timoteo, el cuidarse por un lado a sí mismo, y por
otro lado la enseñanza.
No pocas
veces el predicador se olvida de sí mismo, cree que lo más importante es la
predicación por encima de todo, desviviéndose en múltiples quehaceres, y
renunciando a la paz de su espíritu. El predicador necesita de un cuidado
personal donde equilibre el bienestar personal con la práctica de la misericordia,
la evangelización y la mirada interior que busque la garantía del silencio
contemplativo y reparador.
La mirada
salvadora empieza por una mirada interior. El cuidado a uno mismo, implica
también el cuidado de la enseñanza, de la verdad que se predica, de la verdad
de la vida, y de Dios. De ahí la importancia que tiene la preparación personal
en el estudio, y en la oración para que la evangelización pueda salvar a los
que escuchan y a uno mismo.
Porque
tiene mucho amor
Jesús no
sólo era despreciado porque era joven, sino porque en muchos casos se metía en
la boca del lobo. Permitía que se le arrimaran mujeres de mala fama, que le
tocaran leprosos e impuros, y todo delante de fariseos y escribas puristas de
la ley.
En el
Evangelio de hoy contrapone a una mujer que le besa los pies y se los unge con
perfume, con un fariseo que le invita a comer a su casa. Ese fariseo juzga lo
que sucede cuestionando la veracidad del profetismo de Jesús, porque se deja
tocar por la mujer.
Jesús
proclama que los pecados de la mujer, y los de cualquiera, estarán perdonados
por la capacidad de amor que ha sido capaz de mostrar a Dios. A quien
mucho se le perdona, mucho ama. Las palabras de Jesús sobre la mujer fueron: “por
eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor…
Porque
tiene mucho amor es la
razón que un cristiano tiene para sentarse a recibir el perdón.
Porque
tiene mucho amor es la razón que un cristiano puede albergar en su corazón
cuando muestra su fe y su esperanza en medio de muchos descreídos.
Porque
tiene mucho amor es la razón que Dios ve para ofrecernos el perdón y la
misericordia cada día sin someternos a eternos juicios.
Porque
tiene mucho amor es la clave salvífica en la que Dios está presente en nuestra
vida.
Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/19-9-2019/
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