Lectura
del santo evangelio según san Mateo 13, 1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y
se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una
barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenla tierra, y, corno la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.Les habló mucho rato en parábolas:
-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenla tierra, y, corno la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
”Para que
sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”
Todo el
libro del Ex es una gran confesión de fe en el Dios liberador, sanador, que
cuida y acompaña el proceso transformador de una multitud en un pueblo libre y
responsable, el “pueblo de Dios”. Y esto no fue tarea fácil. ,
Estamos
ante una de las experiencias fuerte a la que el pueblo de Israel se enfrenta.
Solo habían transcurrido aproximadamente 2 meses y medio desde que los
israelitas salieron de Egipto y una nueva queja aparece en sus labios: “Vosotros
nos habéis traído a este desierto para hacernos morir de hambre”. Su queja:
la falta de comida. ¿Podemos imaginar lo que se puede sentir, mirar y no
ver alimentos? ¡Pasar hambre… Nunca lo he vivido y me cuesta imaginarlo! Quizás
pararnos y orar este aspecto, nos ayude a “entender o a matizar” las palabras
de queja y reproche que brotan de los labios de la multitud.
Habían
cruzado el Mar Rojo, habían sido liberados de sus perseguidores, y desde su
corazón agradecido habían cantado la experiencia de redención sentida. Pero la
memoria humana es demasiado frágil para confiar en un Dios providente y
“ausente” al mismo tiempo. “Y los hijos de Israel les dijeron: Ojalá
el Señor nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos
a las ollas con carnes, cuando comíamos pan en hartura”. Todos entendemos
la preocupación por la falta de alimentos, pero uno supondría que la reacción
debería ser otra, en lugar de quejarse y murmurar contra Moisés y Aarón.
Podemos
notar que la memoria referente a su vida pasada está bastante distorsionada. En
Egipto no habían gozado de abundancia y reconocimiento, sino más bien de
esclavitud, eran un pueblo sometido y restringido. “Memoria distorsionada!”
Quedémonos con el sentido de esta palabra mirando nuestra realidad actual. ¿No
les recuerda esta expresión y actitud a hechos que nos resultan muy familiares?
¿Quién de nosotros no a dicho alguna vez cosas parecidas? Por ejemplo: ¿“antes
éramos,…hace unos años la sociedad era…, antes en la VR se hacía, en la Iglesia
vivíamos…?, la lista puede ser larga. Cada uno puede hacer la suya y orarla.
Desde que
salieron de Egipto, Dios guió a los israelitas por el camino del desierto. Esa
trayectoria no era fortuita, Dios no cambió las circunstancias ante sus quejas,
ya que siguieron en el desierto. No les mostró un granero, ni les regaló un
plantío, ni les trajo carretas de comida. Sí, les dio algo mejor: les aseguró
que tendrían su porción de “Maná” diaria. Esta promesa también va a exigir un
acto de fe. ¡Dios nos lo dará también mañana! Los israelitas tienen que hacer
el aprendizaje de la confianza. Es una enseñanza de vida para cada uno de
nosotros.
Fijemonos
en Moisés que tendrá que hacer el aprendizaje en los dos sentidos: Escuchar
quejas de este pueblo que Dios le ha confiado hasta llevarle a la Tierra
Prometida; al tiempo que una y otra vez intercederá ante Dios, que a
veces amenaza con aniquilar a su pueblo por la dureza de corazón que
manifiesta. Moisés se siente “responsable” ante Dios y ante el pueblo, quiere
que éste comprenda, que el reproche que hacen, no es contra su persona, sino
contra Dios mismo. Esta es la gravedad de su queja.
“¡Quien
tenga oídos para oír, que oiga!”
Estamos
ante esta parábola del sembrador que puede resultarnos tan familiar y con un
significado especial: el misterio del Reino de Dios está ya presente en medio
de la gente y en la actividad de Jesús. No permitamos que el ser muy conocida,
nos haga perder la novedad del mensaje.
Hoy
quiero fijar mi reflexión sobre algunos aspectos que me han ayudado a orar con
ella: 1) Jesús nos muestra que todo lugar es válido para la predicación, no
puede en tierra, lo hace desde una barca que está en el mar.
2) El
sembrador no desecha ningún tipo de tierra, todos le parecen posibles para
acoger la semilla, mi propia tierra personal puede estar también entre ellas.
¿Se dan cuenta que maravilla somos?, no por nuestra fuerza sino por la gran
misericordia del “sembrador”.
Al
imaginarnos al sembrador es como si le “sobrara” semilla o quizás sea la gran
confianza que él tiene en el poder de la semilla que la esparce a voleo, con
generosidad. Ella sabrá abrirse camino en su germinación.
Al salir
de la Eucaristía llevemos un compromiso: fijarnos en los pequeñísimos brotes de
toda hierba que aparecen en los caminos y en alguna calle de nuestros pueblos y
ciudades. Imaginemos el recorrido que han tenido que hacer, ¿cuántos obstáculos
no habrán tenido que sortear? Sí, pero han llegado a ver el sol. ¿No les parece
admirable y sugerente esta enseñanza para nuestro caminar en la fe? Es una
parábola llena de optimismo “cristiano”. Pidamos al Señor, creer en las
posibilidades que Dios ha puesto en todo ser humano.
Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/24-7-2019/
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