Mons. Reinaldo Nann

jueves, 27 de junio de 2019

Evangelio del día, jueves 27-06-2019 (Duodécima Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que
escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.
Reflexión del Evangelio de hoy
Los insospechados caminos de Dios
«¿De dónde vienes y adónde vas?». Es la pregunta que el ángel del Señor hace a Agar la esclava. Sabe bien de dónde viene: «Vengo huyendo de mi señora», pero no responde o no sabe responder a dónde va.
Muchas personas saben decir bien de dónde vienen. Aun sin palabras, su vida habla por sí sola de sus esclavitudes, para leerla nos basta vivir con los ojos abiertos. Pensemos en personas descartadas, maltratadas, agredidas, en migrantes, en cualquier tipo de violencia. Saben bien de dónde proceden, de lo que vitalmente huyen. Pero, ¿saben a dónde van? Seguramente sueñan y sus sueños tienen que ver con situaciones a dejar atrás, con aspiraciones que sean la otra cara de lo que viven. Pero, como Agar, o no saben o quizá no se atreven a verbalizarlo.
Mucha solidaridad humana y/o creyente ayuda hoy a las Agares a verbalizar y a materializar de dónde vienen y a dónde van. Es una tarea divina, de ángeles del Señor. Pero en la que hay mucho más que hacer. Acoger, proteger, promover, integrar, son verbos que los seguidores de Jesús tenemos que conjugar más.
Siempre hay un de dónde venimos, pero es más importante a dónde vamos y cómo lo hacemos. Dios usa caminos insospechados para sacar adelante sus planes. Nosotros buscamos nuestras propias soluciones: «El Señor no me concede hijos, llégate, pues, a mi esclava…». Era algo aceptado en la época, pero no era ese el plan con el que Dios iba a cumplir la promesa que le había hecho a Abrán. Además de creer, tenía que esperar.
Cuando no sintonizamos con los planes de Dios lo complicamos todo: al verse encinta Agar pierde el respeto a Saray, Saray la maltrata, Agar se escapa y… Dios lleva adelante su salvación también a través de las miserias humanas: «vuelve a tu señora y sométete a su poder… darás a luz un hijo… porque el Señor ha escuchado tu aflicción». La lectura salta los vv. 13 y 14 en que Agar reconoce «¿no he visto aquí al que me ve?». También al hijo de la esclava le alcanza el amor de Dios. Él ama también a los que nosotros consideramos fuera. Aceptémoslo sin afanes posesivos de la gracia y de la salvación.
Los valores que transmitimos
Cumplir la voluntad de Dios no es asunto de planes o de palabras nuestras: «el que me dice ‘Señor, Señor’»; la cumple «el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica». Lluvias, crecidas, vientos, no podrán hundir lo que se ha cimentado sobre esa roca. Lo que se hunde es lo que edificamos sobre arena porque, aun escuchando las palabras de Jesús, no las ponemos en práctica. Si construimos en falso vamos a la ruina.
Es muy importante qué valores transmitimos, de palabra y con obras, a quienes vienen detrás de nosotros. Padres, educadores y todos los que tienen alguna influencia sobre ellos condicionan, para bien o para mal, su futuro. A todos nos conviene preguntarnos ¿sobre qué edifico mi vida, mis amistades, mi familia, mi trabajo…? Porque eso mismo será lo que transmitiremos. Escasean los prudentes que construyen sobre roca y abundan los necios que edifican sobre arena, aunque todos se admiren de que Jesús enseña con autoridad. Tengamos cuidado para no tener que oír: «Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».

Fray José Antonio Fernández de Quevedo
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-6-2019/

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