Mons. Reinaldo Nann

viernes, 17 de mayo de 2019

Evangelio del día, 17-05-2019 (Cuarta Semana del Tiempo Pascual)


Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis
el camino.» Tomás le dice: - «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: - «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Pero Dios lo resucitó de entre los muertos
En el fragmento de los Hechos de la Apóstoles que leemos hoy, se nos relata cómo habiendo llegado Pablo a Antioquía, se dirige tanto a los hebreos como a los que no lo son, recordándoles como los habitantes de Jerusalén hicieron oídos sordos a la doctrina de Jesús, ni tampoco entendieron las profecías que se referían a Él, pero, sin embargo, les dieron cumplimiento, pues lo condenaron a muerte e incitaron a Pilato a que lo hiciera, a pesar de no haber encontrado motivo que mereciera tal castigo. Lo enterraron y así se cumplió lo que estaba escrito, resucitándolo Dios de entre los muertos y apareciéndose a los que lo habían acompañado desde Galilea.
Así se ha cumplido en nuestros días la promesa que Dios hizo a nuestros padres resucitando a Jesús.
Es paradójico el ver como a lo largo de la historia, se realizan acciones que podríamos considerar como reprobables, y que vienen a consolidar o, a hacer realidad, los designios que Dios tenía pensados para un momento determinado.
Ver cómo es de maleable la voluntad humana cuando se sabe manipular, los habitantes de Jerusalén, que habían recibido con alegría y algazara, a Jesús como el "enviado en el nombre del Señor", el "hijo de David", apenas cuatro días más tarde, son capaces de gritar desgañitándose "crucifícalo, crucifícalo"; y así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas.
En el salmo segundo se expresa: "Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy", ratificando que Él es el enviado.
Nadie va al Padre si no es por mi
Juan en su largo relato de la última cena, nos refiere, en este fragmento, como Jesús poco a poco va dando instrucciones a los Apóstoles y se va despidiendo pues está cerca su hora.
Intenta tranquilizarlos insistiéndoles que sigan creyendo en Dios y, por lo tanto, en Él pues se va a prepararles un sitio en la Casa del Padre y, más tarde, volverá y los llevará consigo para que allá donde Él esté estén, también, los Apóstoles.
Tomás, el racionalista, el que quiere que todo sea palpable, le dice: "no sabemos a dónde vas ¿cómo vamos a saber el camino?". Jesús le responde que Él es el camino, o sea, la única forma de poder llegar al Padre, la verdad, como ratificando la divinidad de Cristo, y la vida, es decir, la meta que hay que alcanzar, la gloria definitiva, la vida eterna. Y para reafirmar lo dicho les advierte: "nadie va al Padre si no es por mi".
Ante estas afirmaciones de Jesús, debemos ratificarnos en nuestra fe, no dejarnos embaucar por "cantos de sirena", nada ni nadie de este mundo puede darnos un programa de vida tan claro y rotundo como el que nos presenta Jesús, Él es el verdadero camino para alcanzar la vida eterna, nadie puede llevarnos al Padre si no cuenta, sobretodo y fundamentalmente, con Él.
Nuestra vida carecería de sentido si no estuviera enfocada hacia el camino que nos marca Jesús, todo lo demás nos puede resultar apetecible, pero nos desvía de nuestra auténtica meta.
¿Es Jesús nuestro camino?
¿Tenemos claro a donde queremos llegar y con quien?

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/17-5-2019/

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