Mons. Reinaldo Nann

martes, 7 de mayo de 2019

Evangelio del día, 07-05-2019 (Tercera Semana del Tiempo Pascual)


Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: - «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús les replicó: - «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque
el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: - «Señor, danos siempre de este pan.» Jesús les contestó: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

Reflexión del Evangelio de hoy

Yo soy el pan de vida

Uno de los siete diáconos helenistas, llamado Esteban, pronuncia un discurso al judaísmo de la diáspora y lo confunde. Eso le lleva a la muerte, y se abre una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Se abre, pues, la ruptura entre cristianos y judíos. El cristianismo se irá separando cada vez más de su origen judío.
La historia del pueblo judío se ha caracterizado siempre por la oposición a los guías designados por Dios, así como por la idolatría de Israel en el desierto. Rechazó a su Dios y adoró de todo corazón a los ídolos.
Esteban pasa ahora a atacar directamente a los jefes de Israel, su renuncia a cumplir su verdadera vocación.
El discurso de Esteban comienza con el estilo de la retórica griega, pero se convierte en un tejido de textos del AT, cuyo agente principal es el Dios de la gloria; él lo verá cuando sea lapidado.
Invocará el nombre del Señor; y Lucas subraya la semejanza entre Esteban, en el momento de morir, y Jesús en su pasión.
La muerte de Esteban sirve para adelantar el relato de la difusión de la Palabra desde Jerusalén hasta los confines de la tierra.
El Salmo recoge la confianza sólida del orante y lo expresa con imágenes inequívocas: su vida, su espíritu, los deposita en sus manos porque es un Dios leal que, como siempre, hace brillar su rostro sobre los que confían en Él.
Su misericordia es lugar y asilo seguro frente a todas las conjuras humanas.

Tener fe es más bien una obra

El día anterior la gente había presenciado un milagro; Jesús multiplica los cinco panes de cebada y los dos peces. Con tal sobreabundancia que, después de saciados, recogieron sobras llenando doce canastos.
Y desconcierta un poco que hoy —al día siguiente de la multiplicación de los panes— le digan ¿qué signos haces para que veamos y  creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
El maná era considerado el mayor milagro de cuantos realizó Moisés. Y ellos alegan a la Escritura: Pan del cielo les dio a comer. La cita de Juan no es traducción exacta de ningún pasaje del Antiguo Testamento, ni de Éxodo 16, 4, ni Éxodo 16,15, ni Salmo 78, 24, ni Sabiduría 16, 20.
Jesús les dice: No interpretéis él como referido a Moisés, ni leáis el pasado dio;en vez de esto, interpretad él como referido al Padre, y leed da.
Con la corrección de los tiempos Jesús indica que el Antiguo Testamento se cumple en su obra. El maná que dio Moisés no es el verdadero pan del cielo, sino la doctrina de Jesús.
El discurso del pan de vida se refiere a la revelación de Jesús, la fe es la respuesta esencial a esa revelación de Jesús. Jesús lleva a la multitud hacia un conocimiento más profundo que el nivel superficial y material del alimento.
Pero la respuesta se formula en términos de obras que se pueden realizar. Jesús, por su parte, insiste en la fe.
Conseguir la vida eterna no es cuestión de obras, como si la fe no importara nada; pero tampoco es cuestión de fe sin obras.
Tener fe es más bien una obra. Es ciertamente la más importante de todas las obras de Dios. No es una obra que realiza el hombre únicamente, sino más bien la sumisión a la obra de Dios realizada en Jesús. La mención de la fe hace que la multitud adopte una postura poco amistosa y que ponga en tela de juicio las pretensiones de Jesús.
Jesús asegura a la multitud que sus esperanzas mesiánicas ya se han cumplido. Que el verdadero pan del cielo es su enseñanza, pero la gente no llega a entender en absoluto el simbolismo y se queda en una idea completamente material del pan.
Jesús, partiendo de esta interpretación equivocada, inicia el gran discurso del pan de vida que leeremos en días sucesivos. 

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