Mons. Reinaldo Nann

viernes, 21 de diciembre de 2018

Ante los escándalos en la Iglesia, la luz es más fuerte que las tinieblas


Viernes 21 Dic 2018 | 10:43 am
Ciudad del Vaticano (AICA): Como lo hace todos los años en vísperas de la Navidad, el papa Francisco recibió hoy a los integrantes de la Curia Romana y les dirigió un discurso en el que recordó el tema de los escándalos en la Iglesia, como el de los abusos contra los niños, pero también recordó a los numerosos mártires, a los nuevos santos y afirmó que la luz es más fuerte que las tinieblas.

Desde el comienzo de su alocución a la Curia Romana, el Papa Francisco centró sus palabras en subrayar que "la Navidad demuestra que los graves males cometidos por algunos nunca pueden eclipsar todo el bien que la Iglesia hace en el mundo", porque la Navidad recuerda, cada año, que la luz de Dios seguirá brillando "pese a nuestra miseria humana" y que "todos los pecados, las caídas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia no oscurecerán nunca la belleza de su rostro" demuestran que su fuerza está en Jesucristo, Salvador del mundo. 
"En el mundo turbulento, este año la barca de la Iglesia vivió y sigue viviendo tiempos difíciles", golpeada por tormentas y huracanes: algunos perdieron la fe en ella y empezaron a abandonarla, otros "por miedo, por interés, por motivos ulteriores, intentaron golpear su cuerpo aumentando sus heridas; otros no ocultan su satisfacción al verla sacudida". 
Muchos, sin embargo, siguen aferrados a la certeza de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella", porque ningún acto humano puede impedir que la aurora de la luz divina renazca en el corazón de los hombres”. 

El Papa se refirió también a las dificultades internas que "siguen siendo las más dolorosas y destructivas". Este año Francisco reflexionó sobre la cuestión del abuso sexual de niños por parte de miembros del clero, pero también sobre el tema de la conciencia y el poder. 
Desde hace varios años -recuerdó- la Iglesia está seriamente comprometida en "erradicar el mal de los abusos", que claman al Señor, que no olvida nunca el sufrimiento de muchos menores causados por clérigos y personas consagradas.

"La Iglesia –prometió-, hará todo lo necesario para llevar ante la justicia a los que cometieron abusos porque aún hoy, como le sucedió al rey David, hay ‘ungidos del Señor’ que abusan aprovechándose de su poder y realizan ‘abominaciones’ y continúan ejerciendo su ministerio como si nada estuviera mal, por lo que desgarran el cuerpo de la Iglesia causando escándalos”. “Muchas veces –señaló Francisco-, detrás de su comedida amabilidad y rostro angelical esconden, sin vergüenza, a un lobo atroz. La Iglesia es también "víctima de esta infidelidad" y de "estos verdaderos delitos de peculado".

En este contexto el Papa recordó el pasaje bíblico del rey David. “El rey descuida su relación con Dios, infringe los mandamientos divinos, daña su propia integridad moral sin siquiera sentirse culpable. El ungido seguía ejerciendo su misión como si nada hubiera pasado. Lo único que le importaba era salvar su imagen y su apariencia”.

Un rey acomodado no cae en la cuenta de que la corrupción se apoderó de él. Esta constatación la convierte el Papa en exigencia. Exigencia para enfrentar las responsabilidades con la justicia civil y con Dios y con la propia conversión personal.

El Papa insistió también en los innumerables sacerdotes, religiosos y religiosas que trabajan haciendo el bien en el mundo. “Los mártires dan testimonio de sus vidas y compromiso con su pueblo”. Y agradeció a los comunicadores que “fueron honestos y objetivos” al mostrar los casos, porque es más escandaloso encubrir la verdad.

Por último el Papa invita a los curiales a tener ánimo y esperanza en medio de la tormenta, de las tribulaciones: “La Navidad nos da cada año la certeza de que la luz de Dios seguirá brillando a pesar de nuestra miseria humana; la certeza de que la Iglesia saldrá de estas tribulaciones aún más bella, purificada y espléndida”, porque la seguridad no viene de nosotros, “sino que está sobre todo en Cristo Jesús, Salvador del mundo y Luz del universo, que la ama y dio su vida por ella”.+ 

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