Mons. Reinaldo Nann

lunes, 1 de octubre de 2018

Evangelio del día, 01-10-2018 (Vigésimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
-«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mi; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.» Juan tomó la palabra y dijo: -«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: -«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro. »

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor

Durante unos días vamos a entrar en contacto con algunos textos del libro de Job. Obra de un genial literato, que plantea con una fuerza y una pasión inusitadas la gran cuestión que para el ser humano representa la existencia del mal, introduciendo al mismo tiempo una crítica, y hasta una rebelión, contra la doctrina de la “retribución” imperante en Israel.
Sin posibilidad de entrar en las causas, diremos que el pueblo de Israel consideraba que la persona justa, honrada, recta… era bendecida por Dios con muchos bienes materiales, hijos y larga vida. Lo contrario ocurría al malvado… Pero la realidad, los hechos, la evidencia ponían en cuestión, una y otra vez, esta “teoría”: justos pobres y maltratados, malvados ricos y aparentemente felices…
Y si la evolución del ser humano y de la historia ha permitido que podamos ver las cosas desde perspectivas más amplias, también podemos decir que algo queda en nosotros de aquella convicción ancestral. De manera muy clara cuando nos dirigimos a Dios para preguntarle, a veces airadamente, qué hemos hecho para que nos alcance un mal o un sufrimiento. De manera implícita cuando sólo reconocemos la bendición de Dios en nuestra vida si las cosas nos van muy bien.
Hoy escuchamos en la liturgia una parte del prólogo de la obra. Relato de ficción, en el que Dios “charla” con uno de sus ángeles (Satanás, al que no debemos confundir con nuestra imagen o concepción del demonio) sobre la satisfacción que le produce su siervo Job. Satanás introduce la duda. Es muy fácil ser justo cuando todo te va sobre ruedas en la vida, pero sobre todo es irreal. Porque la vida humana, por más que nos esforcemos, no puede prescindir de la prueba, del sufrimiento, de los problemas, del drama… Veamos si Job es tan justo cuando tenga una vida como la de todo mortal…
Dios accede confiando en Job. Satanás convencido de que Job va a fallar. La acumulación de desgracias -en un día- que el texto relata hubiera acabado casi con cualquiera. Job se mantiene fiel. Parece que Dios tenía razón.
Estamos sólo ante el comienzo del gran drama. Una estupenda respuesta a la Palabra podría ser el compromiso de ir leyendo el libro de Job en su totalidad, dejándonos coger por su apremiante pregunta, en la que se juega el futuro de nuestra relación con Dios.

El más pequeño es el más importante

Los discípulos, que no aprenden, continúan en su pequeño mundo de intereses personales, en el que, además, las personas que no pertenecen a su grupo se pueden dejar al margen.
Viven con Jesús, pero sus concepciones (¿no son también las nuestras muchas veces?) están tan arraigadas que no se dejan “contagiar” ni por contacto directo. Y Jesús viene, una y otra vez, a corregir su manera de situarse:
En el Reino no tiene sentido perder el tiempo en discusiones sobre quién es el más importante. Las cuestiones de la superioridad sobre otros, del poder… pertenecen a concepciones de la vida que no tienen cabida en la propuesta de Jesús.
Los importantes son siempre los más pequeños, los que no cuentan, los que no tienen voz (en este caso, los niños en el contexto de Jesús, cuya situación no tenía nada que ver con el lugar eminente y la superprotección que reciben en muchas de nuestras culturas actuales).
Para Jesús, hacer el bien es el criterio que permite decidir quién está con Él. Los discípulos se creen con autoridad para ¡mpedir a los demás hacer el bien! porque “no están con nosotros”…
El posicionamiento de Jesús es suficiente para que nos miremos a nosotros mismos, a nuestras comunidades, parroquias, diócesis… ¿tenemos algo que cambiar? Que el Señor nos conceda la apertura de corazón y la disponibilidad para dirigir nuestros pasos hacia el horizonte que nos propone.

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/1-10-2018/

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