Mons. Reinaldo Nann

martes, 21 de agosto de 2018

Evangelio del día, 21-08-2018 (Vigésima Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.» Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
 Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

Reflexión del Evangelio de hoy
El libro del profeta Ezequiel recoge este pensamiento: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses.
A veces la arrogancia, nos hace creer que tenemos un gran poder en esta vida por encima de todo y de todos: nos creemos más listos que otros, o más sabios, creemos que por tener experiencia de algo ya lo sabemos todo y dejamos de escuchar a Dios y a los hombres, y creemos que nuestro trono está en medio de la inmensidad del mar.
Erramos cuando nos dejamos guiar por esa arrogancia. Algo en la vida nos hará situarnos en nuestra pequeñez. Ni la juventud con su ímpetu y fuerza, ni la vida adulta con su experiencia podrán superar la inmensidad del mar. Ni siquiera somos poseedores de una ínfima parte de ese mar, todo se escapa de nuestras manos. Nos pavoneamos engreídos porque creemos en nuestras solas fuerzas sin necesidad de Dios.
Sin embargo, cuando viene la debilidad, cuando la vida se muestra con toda su crudeza en la precariedad laboral, en la enfermedad, en las turbulencias violentas de las relaciones nos sentimos desgraciados, sin fuerzas, precarios. ¿A quién acudirás para encontrarte? ¿No es Dios una posibilidad para tu salvación? ¿No estás dispuesto? ¿Quién estará para ayudar a salir de tu error?
Tras muchas de nuestras arrogancias se esconden muchos trastornos de la personalidad, que paradójicamente despersonalizan al ser humano. Detrás de estos trastornos se esconden una reafirmación personal alimentados por el miedo. Se huye de Dios por miedo, y se niega a Dios por miedo. Otras veces la razón de esta huida es una visión egoísta del desamparo: como Dios no me ha ayudado como yo quería… o no he visto que Dios me salvara en tal situación…
¿Cuántas veces Dios ha estado salvando y ayudando sin que nos hayamos percatado de ello? A veces renunciamos a la fe, porque alguien de la Iglesia no ha dado el testimonio suficiente para mantenerme en ella. Pero eso es echar balones fuera de mi responsabilidad a la hora de creer. La fe es una adhesión libre a Dios. El verdadero reto está en decir, a pesar de todo, CREO. Pero la fe no es un pesar, es más bien el ejercicio libre y liberador de los pesares. El pasado no se resuelve enterrándolo simplemente, sino en liberarme del dolor y el sufrimiento que en mi vida ha provocado. El pasado liberado es un presente reconciliado con una visión positiva de la vida. Dios me sigue amando, porque Él es fiel.
El Evangelio de Mateo Jesús advierte a los ricos que ponen su corazón y su felicidad en las riquezas, porque empequeñecen su vida y su capacidad de amar. No todo en esta vida son riquezas.
Pedro se pregunta, ¿entonces quién puede salvarse? En el Evangelio se dice que, aquellos que han sido capaces de dejarlo todo, esos recibirán cien veces más.
En este Evangelio no es que se impida la felicidad a los ricos, ni tampoco se niega su salvación. Jesús propone un reto para todos. ¿Quién es capaz de dejarlo todo por mí y el Reino de Dios? Dejarlo todo es dejar no sólo lo que me impide acceder a Dios, sino también toda actitud que me impide acceder a los hermanos como la arrogancia. También puede negar el acceso a Dios el pasado no superado. La vida no consiste en negar el pasado sino en superarlo.
En las redes sociales se encuentra de todo, muchas veces basura, pero hoy me encontré en una red social con este pensamiento de Cohen que nos puede valer también para Dios: “No borres ningún día de tu vida. Los días bellos te han dado felicidad. Los malos te han dado experiencia. Y los peores te han enseñado a vivir”. ¿Por qué queremos borrar a Dios de nuestra vida? ¿Eres capaz de vivir con Dios sin negarlo?

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-8-2018/

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