Mons. Reinaldo Nann

jueves, 16 de agosto de 2018

Evangelio del día, 16-08-2018 (Decimonovena Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,21–19,1
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado,

arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debla cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Reflexión del Evangelio de hoy
Irán cautivos al desierto
El Señor, a través del profeta Ezequiel, y con un gesto simbólico, pero cargado de realismo, advirtió a su pueblo del exilio al que se exponían, si no cambiaban de conducta. “Irán cautivos al desierto”. Se lo están ganando a pulso. Siguen sin hacer caso a su Señor. Como Casa Rebelde teniendo ojos no han querido ver cómo se separaban de lo que Dios les proponía, y tampoco han querido oír, teniendo oídos, lo que el Señor les comunicaba. El profeta les escenifica el próximo cautiverio al que se verán sometidos, vistiéndose de cautivo “a la vista de todos”, con el ajuar propio, con el hatillo al hombro, abriendo un boquete en el muro, saliendo por la noche. Pero, a pesar de este aviso claro, el pueblo no hizo caso, siguió apartándose de Yahvéh y después de un cierto tiempo el pueblo sufrió el destierro.
¿Hemos aprendió la lección que nos brinda esta lectura del profeta Ezequiel? ¿Caemos en la cuenta de lo que nuestros ojos y oídos nos dicen, si es que no los cerramos a  propósito, que siempre que nos separamos de Jesús y vamos por otros caminos que los señalados por él, nosotros solos nos colocamos en el exilio y desierto del sinsentido, del vacío, del desánimo?
¿Cuántas veces tengo que perdonar?
La verdad es que la respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro de cuántas veces hay que perdonar al hermano si nos ofende, es clara y rotunda, no siete veces, sino setenta veces siete, es decir, siempre. 
Por propia experiencia, sabemos que a veces, resulta difícil perdonar. Hay algunos que afirman que hay acciones que son imperdonables. Jesús no es de la misma opinión. No hay nada, por fuerte que sea, que no sea perdonable y que no debamos perdonar. Jesús, lo deja claro en la parábola de hoy. Si Dios nos perdona, y siempre tiene la mano levantada para perdonarnos, nosotros debemos imitarle y perdonar a los hermanos. De lo contrario, con qué cara íbamos a presentarnos a Dios a pedirle que nos perdonase.
Hay una segunda razón para perdonar siempre. Quien no perdona, quien acumula resentimiento, odio… en su corazón contra alguien, es el que sale más perjudicado. El rencor, el odio, el no perdón es algo que no nos deja ser felices, es algo que nos hace daño, que nos aprisiona en sus dañinas redes, convirtiéndonos en sus esclavos, robándonos nuestra libertad.  
Lo de siempre. Lo mejor es seguir a Jesús. También en lo del perdón es el mejor camino para estar a gusto en la vida. 

Fray Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/16-8-2018/

No hay comentarios:

Publicar un comentario