Mons. Reinaldo Nann

sábado, 28 de julio de 2018

Homilía en Fiestas Patrias 2018 de Monseñor Reinaldo Nann, Obispo de Caravelí.


Estimados sacerdotes, religiosas, agentes pastorales, feligreses  y amigos todos. La prelatura de Caravelí a través de su Obispo y Pastor Mons. Reinaldo Nann les desea unas Felices Fiestas Patrias. Es verdad que vivimos en estos momentos en una crisis política e institucional, con la pérdida de valores  morales y éticos, corroídos por la corrupción; pero por ello no debemos de perder nuestra identidad de nuestro amor a la Patria el Perú. 
Mons.  Reinaldo, a través de su homilía con ocasión de la celebración de estas fiestas Patrias, nos pide a que no perdamos la esperanza, que vivamos siempre unidos invocando a Dios a través de la oración para sacar adelante a nuestra querido Perú.

Aquí la Homilía de Mons. Reinaldo en estas Fiestas Patrias:


No se dejen robar la Esperanza

En estos días nos han robado la confianza en el poder judicial. Bueno, nunca el poder judicial tuvo altos índices de confianza en la población. Hay tantos ejemplos que, ante la policía, la fiscalía y el juez las cosas solo se mueven con dinero. Nuestra corrupción de cada día – la conocíamos siempre, pero ahora hay pruebas. Un fiscal subalterno del Callao, que buscaba

pruebas contra el crimen organizado, llegó a grabar audios de los más altos jueces del Perú y se quedó con la evidencia: Los puestos se venden, los juicios también. El sistema es corrupto desde arriba hacia abajo. Alguien filtró estos audios a la prensa, y vaya que tuvieron efectos: La población está indignada y con razón. Un ministro, los jueces del consejo nacional de la magistratura y el jefe del poder judicial renunciaron o fueron removidos y algunos están siendo investigados. 

En este contexto de justa indignación, mucha gente se va a la calle a protestar. Y tienen razón: sin presión popular un sistema como el poder judicial no va a cambiar. Se pueden cambiar cabezas fácilmente, pero no el sistema de corrupción, que se ha enquistado profundamente.
Y a la crisis del poder judicial se junta la crisis de los otros poderes del estado: del parlamento que es igual de corrupto. Muchos parlamentarios buscan su provecho personal, los partidos protegen a sus líderes y la lucha contra la corrupción no va en serio en este parlamento. Y el gobierno también es débil. Recién renunció un presidente y todos los expresidentes están con acusaciones, que podrían llevarlos a la cárcel (nuevamente). El Papa Francisco dijo en su visita al Perú, comentando este hecho: “No sé qué pasa en el Perú…”

¿Qué es lo que pasa en el Perú? ¿Mejor no celebrar estas fiestas patrias, ya que no hay nada que celebrar? ¿Es el Perú un estado fallido, un país hundido en la corrupción, presa de autoridades corruptos y malos? ¿Hay que destruir todo, para que nazca un nuevo Perú?
Honestamente creo que esto sería fatalismo y extremismo, que no llega a nada. Creo con el Papa Francisco, que no nos debemos dejar robar la esperanza. Es verdad, que estamos en una profunda crisis, pero una crisis es también una oportunidad. La oportunidad, de aprender de nuestros errores. La oportunidad de limpiarnos y renovarnos. En la historia del mundo siempre había crisis y hasta hoy este mundo sigue sobreviviendo. No se dejen robar la esperanza. La misma indignación de la población demuestra, que todavía hay un sentido por la verdadera justicia y personas, que no se han dejado corromper.

Que podemos hacer entonces:

1. Necesitamos cambios desde arriba: Hay que denunciar a las malas prácticas y las malas autoridades. La impunidad aumentaría la corrupción. Para esto es importante, que haya cambios profundos en el mismo poder judicial. Se necesitan órganos de control externos, ya que internamente siempre se han protegido mutuamente. Todas las instituciones públicas y privadas necesitan un sistema de autocontrol efectivo contra la corrupción. Hasta ahora los corruptos lo tienen demasiado fácil.

2. Necesitamos cambios de abajo: debemos buscar la corrupción no solo entre nuestros enemigos sino también entre nuestros amigos y en nosotros mismos. Necesitamos una educación anticorrupción, que es la educación en valores. Necesitamos sobreponer los valores espirituales por encima de lo material, de la plata. Es el afán de acumular plata, que corrompe a las personas.

Entiendo a todos, que no querían celebrar las fiestas patrias por la desilusión e indignación que sienten. Uno no se siente bien celebrando en plena crisis. Sin embargo, el Perú no tiene la culpa. El Perú es más que sus problemas. La culpa tiene una gran parte de autoridades, que se ha servido de su cargo para enriquecerse con el dinero del pueblo. Para hacerse pagar favores. Para pedir coimas. Para cobrar porcentajes ilegales de las obras publicas. Y mucho más. El Perú sigue siendo saqueado por mafias y autoridades corruptas. 

Por eso se han suspendido muchos desfiles y celebraciones. Aquí en esta misa no estamos celebrando a las autoridades, estamos celebrando un aniversario más del país. Y hacemos oración por este país: para que cambie. Para que cambien sus autoridades. Para que cambiemos todos nosotros. Un Perú sin corrupción no es sacar los políticos del bando enemigo, un Perú sin corrupción es sacar los corruptos de todos los partidos. Un Perú sin corrupción no es sacar a todas las autoridades sino a buscar a las personas más idóneas de todos los partidos e instituciones. 

Estoy convencido, que habrá algunos en todos los bandos. Estoy convencido, que también existen autoridades y personas honestas y buenas, que no lo tienen fácil en medio de tanta corrupción. Estoy convencido, que todavía hay esperanza. 

Les invito a celebrar esta esperanza por un Perú renovado y sin corrupción. Un Perú solidario como se mostró en las inundaciones del año pasado. Un Perú unido, como se mostró en el Mundial. No se dejen robar la esperanza. Oren a Dios, para que nos de la fuerza y sabiduría para contribuir a una profunda renovación de las instituciones. Oren a Dios para cambiar todos nosotros y construir un Perú sin corrupción. Y pónganse pilas para empezar a rechazar la corrupción en lo pequeño, desde abajo y también desde arriba.
¡Que muera la corrupción! ¡Que viva el Perú!

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