Lectura del santo evangelio según san Mateo
7, 15-20
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuidado
con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son
lobos rapaces.
Por
sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos
de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan
frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar
frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es
decir, que por sus frutos los conoceréis.
Reflexión del Evangelio de hoy
Aliados
de Dios
Elocuente
texto el que hoy nos presenta la Liturgia. El pueblo de Dios, con sus
autoridades a la cabeza, renueva la Alianza y se comprometen a cumplirla.
Parece que se hubieran olvidado de lo que sus padres acordaron, que la
desmemoria hubiera hecho mella en ellos. El hallazgo del viejo Libro de la Ley,
guardado en el templo, es como un aldabonazo a sus conciencias y su lectura les
hace volver al camino. Así nosotros debemos frecuentar la lectura diaria de la
Palabra si queremos seguir siendo “aliados del Padre”, en ella encontramos las
pautas a seguir, ahí se nos recuerda lo que Dios quiere para nosotros. No son
viejos textos históricos más o menos oscuros, como se empeñan muchos en decir.
Son palabras vivas, son el recordatorio perenne de la Historia de la Salvación
y de la relación del hombre con su Creador ¿Cuántas veces al leer, o al
escuchar, la Palabra hemos pensado que estaba escrita para mí, para ese momento
concreto de mi vida? La relación de Dios con el hombre es atemporal, no tiene
límites, está por encima de nuestra percepción del tiempo: “Señor, tú tienes
palabras de vida eterna”.
Leer,
escuchar, meditar cada día las Sagradas Escrituras es el motor que nos empuja y
nos facilita nuestras relaciones con Dios.
Del
trato con Cristo nacen los mejores frutos
A lo
largo de la vida nos vamos encontrando con multitud de personas que nos ofrecen
de todo: placeres, amistad, facilidades, riquezas, sentimientos, diversión,
amor, conocimientos… Muchos de ellos sinceros pero otros… Debemos saber
discernir entre los falsos profetas, entre esos lobos con pieles de cordero y
los que verdaderamente nos acercan a Dios. La Historia está llena de ejemplos.
Cuántas veces hemos creído en la bondad de unas palabras, de un pensamiento, y
al final nos hemos dado cuenta de que detrás de una hermosa apariencia lo que
había eran oscuros intereses. Movimientos políticos, corrientes filosóficas,
sectas de todo tipo que, al final, nos han mostrado su verdadera cara, sus
frutos. Y no es sencillo distinguir el grano de la paja en muchas ocasiones.
Cristo
nos dice que “por sus obras los conoceréis” y esas obras son los frutos, los
resultados de nuestras acciones, de nuestras palabras, de nuestros hechos.
Tenemos una guía a nuestro alcance para movernos en el mundo, para caminar
entre la multitud de ofertas que nos salen al paso: La Palabra, la Ley de Dios,
las Escrituras. Ahí es donde aprendemos a distinguir entre los falsos profetas
y los que verdaderamente hablan en nombre de Dios. Por eso insisto tanto en la
necesidad de su conocimiento, de su meditación. Vivimos en medio del mundo pero
no estamos solos. Cristo siempre está a nuestro lado y sus palabras, sus hechos
y nuestro trato cotidiano con Él, son el mejor mapa que podemos consultar para
no perdernos. Pero también nosotros estamos llamados a dar buenos frutos; de
poco serviría conocer a Dios si no lo compartimos, si no intentamos transmitir
el tesoro que guardamos en el corazón. Sería egoísta por nuestra parte no ser
como la vid que, tras un invierno de cuidados y atenciones, da generosamente
sus uvas a todo el que se acerca. Así, nosotros, tras conocer, estudiar y
meditar la Palabra, debemos darla al mundo desde nuestros distintos ámbitos:
familiar, laboral, parroquial… Con el Evangelio en una mano y el periódico en
la otra (como decimos en la Orden) salgamos a repartir los frutos de la Gracia.
D. Luis Maldonado
Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-6-2018/
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