Lectura del santo evangelio según san Mateo
5, 38-42
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis
oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os
digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en
la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para
quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una
milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo
rehuyas.»
Reflexión del Evangelio de hoy
El
mal en el actuar humano
El
relato del Libro de los Reyes nos cuenta cómo el rey de Samaría, Ajab, ayudado
con las maquinaciones de su esposa Jezabel, provocan la muerte de Nabot para
apoderarse de su viña. La codicia, la manipulación y la incitación a la
violencia se convierten en protagonistas del texto, y tristemente también, siguen
siendo protagonistas de tantas situaciones a lo largo de la historia y del
presente.
Llama
la atención una frase de Jezabel: “¡Ya es hora de que ejerzas el poder regio en
Israel!”. El poder parece legitimar cualquier acción, justa o
injusta. El poder, que tiene en su fundamento ejercer la autoridad para
el bien común, se pervierte y se transforma en abuso, búsqueda de intereses
particulares, legitimación de uso de la fuerza y la coacción en beneficio
propio o de quien decida quien lo ostenta. El derecho y la ley, pierden
su carácter universal e inalienable, para interpretarse y ejercerse de acuerdo
a los intereses y truculencias de quienes ostentan el poder o les influyen y
aconsejan.
Ese
poder puede tener muchos “apellidos”: político, económico, social, religioso,
familiar… Todos ejercemos el poder de una u otra forma, tomamos decisiones que
influyen y afectan a otros, actuamos y hablamos provocando consecuencias en los
demás. Nadie está ajeno a obrar sin ética y ocasionar mal. Incluso
la cobardía y el “dejar hacer” a otros, siendo yo beneficiado, es la forma más
común con la que hacemos mal a diario. Caemos fácilmente en la
connivencia con ese pecado estructural y social que sigue causando muerte,
injusticia y miseria.
El
bien como respuesta al mal
Jesús,
en este pequeño pasaje de la liturgia de hoy, enmarcado en el Sermón del monte,
revierte el argumento sobre cual debería ser la reacción al mal ocasionado, y
provoca con sus palabras una confrontación directa con cualquiera de
nosotros. Si ya nos cuesta un mundo no dejarnos llevar por el mal, la
reacción interna a las palabras de Jesús rebela nuestro sentido de lo que es
justo y digno.
Quizás
la intención misma de este texto es provocar, hacernos reaccionar. Se
dice que la virtud se alcanza con el ejercicio constante, que provoca
hábito. Ser fiel en lo pequeño, para ser capaz de responder con fidelidad
en la situación más difícil. Y es verdad que esos pequeños “ejercicios”
de hacer bien en el día a día, nos irán convirtiendo en personas más capaces de
responder con bien ante el mal.
El
papa Francisco nos invita a la santidad en su reciente exhortación
apostólica. En el número 88, cuando habla de los que luchan por la paz,
nos dice:” Los pacíficos son fuente de paz, construyen paz y amistad social”.
Y en el número 89: “Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la
paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza”.
A
todos nos impactaron las declaraciones en los medios de comunicación de aquella
madre a la que habían asesinado a su hijo pequeño, en un pueblo del sur de
España. La madre hacía una llamada a dejar actuar a la justicia, a no
dejarnos llevar por esa respuesta de linchamiento a todo nivel que pueden
despertar los crímenes más atroces, y a hacerlo por la memoria inocente de su
hijo. Es la llamada que Jesús nos hace hoy también a no cerrar puertas a
la generosidad de un corazón bueno, que sabe amar, que sabe perdonar y vencer
el deseo de revancha y venganza.
Es
necesario cultivar una mirada más amplia, que cree futuro y posibilidades de
vida y de encuentro. Se decía de Domingo de Guzmán que destacaba su
magnanimidad. Hoy se habla poco de esta virtud. Cuando la mirada y
el corazón están centrados en Dios, surge esta grandeza del ser, es capaz de
rebosarse a sí mismo, y de ser artesano de paz. Necesitamos muchas
personas así para hacer de nuestro mundo un hogar mejor y para todos.
Hna. Águeda Mariño
Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo
Congregación de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/18-6-2018/
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