Mons. Reinaldo Nann

sábado, 16 de junio de 2018

Evangelio del día, 16-06-2018 (Décima Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor." Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

Reflexión del Evangelio de hoy

"Eliseo se levantó y marchó tras Elías"
En esta primera lectura se nos describe la vocación de Eliseo, el cual va a ser  consagrado como sucesor del profeta Elías.
“Elías le echó encima su manto”, este gesto significará la elección de Dios sobre Eliseo, la vida de Eliseo ya no le pertenece a él sino a Dios y a la misión profética a la que Dios le llama.
La llamada de Dios comporta varios aspectos, uno de ellos es el cambio radical de vida. Eliseo es un hombre rico, nos dice el texto que tenía 12 yuntas de bueyes, y, sin embargo, cuando Dios irrumpe en su vida y lo reviste de lo alto para desempeñar su misión profética, éste no duda en dejar todo: su oficio, su familia, sus riquezas que son sus seguridades… y seguir la llamada de Dios
Otro aspecto que implica la llamada de Dios es la prontitud con la que se responde. La respuesta de Eliseo nos recuerda a la de los pescadores llamados por Jesús, que inmediatamente lo dejaron todo y lo siguieron.
La llamada de Dios es irrevocable y así lo muestra Eliseo, su decisión es irreversible, pues él mata los bueyes, su instrumento de trabajo y sustento. Se puede decir que quema las naves. Y finalmente aparece algo esencial cuando se responde a la llamada de Dios, esto es, la alegría. Eliseo hace una fiesta con los suyos.
Cuando uno se encuentra con el amor de Dios y descubre su vocación, el corazón rebosa de gozo, porque no hay más dicha que saberse propiedad de Dios.
Hoy también viene el Señor a nuestra vida a llamarnos en el centro mismo de nuestra vida cotidiana. Todos tenemos una misión que cumplir en este mundo, la misión es siempre profética, es decir, todos estamos llamados a dar testimonio de Cristo allí donde estemos.
El ser humano se define por la vocación recibida. Cada uno somos aquello para lo que Dios nos ha creado y el sentido de nuestra vida no es otro que descubrir y cumplir con la vocación a la que Dios nos llama. Sólo así podremos ser felices.
El Señor siempre nos dará la fuerza para llevar a cabo nuestra misión. Alegrémonos, pues, porque el Señor es el lote de nuestra heredad y nos ha escogido para continuar su obra de salvación en el mundo…”Con él a mi derecha no vacilaré… por eso se me alegra el corazón…Me encanta mi heredad”
"A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pase de ahí viene del Maligno"
A lo largo de esta semana, estamos leyendo la Carta Magna del Evangelio, el discurso de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas. Para Mateo Cristo es el nuevo Moisés que comunica la Nueva Ley. En este discurso aparecen seis antítesis entre el Antiguo Testamento y  los nuevos criterios de vida que Jesús enseña.
Hoy Mateo nos presenta la cuarta antítesis, que tiene que ver con el segundo y octavo mandamiento. Aquí Jesús nos señala el amor a la verdad como algo que debe reflejarse en el cristiano. Además, Cristo condena el juramento porque de algún modo está ligado a la mentira, el que jura necesita demostrar que no miente.
Así que si al cristiano no se le permite mentir, ¿qué sentido tiene jurar? Nuestras palabras deben ser veraces y debemos ser coherentes con lo que decimos y nuestro modo de vivir en la verdad. El sí de nuestra boca tiene que corresponder con el sí de nuestro corazón. El Maligno es el padre de la mentira. Por eso, la mentira no debe entrar en el corazón humano ni regir las relaciones de unos con otros. El que es capaz de mentir es capaz de cualquier cosa. Dice la Escritura: “La boca que miente mata el alma”
En un mundo donde muchas veces se vive de apariencias, en la mentira e incluso y en la posverdad, palabra que explica una cultura en el que las mentiras pueden sobrevivir si nos benefician, el Señor nos invita a vivir en la verdad, a conformar nuestro pensamiento, nuestras palabras y obras a la Verdad, ésta nos hará libres.

MM. Dominicas
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/16-6-2018/

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