Lectura del santo evangelio según san Juan
16,20-23a
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que lloraréis y os
lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a
dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz
al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido
un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se
alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me
preguntaréis nada.»
Reflexión del Evangelio de hoy
No
temas, sigue hablando, no te calles
El
relato nos da varios detalles del segundo viaje misional de Pablo, así como
interesantes sucesos de la vida diaria de la comunidad cristiana de
Corinto. Nos informa, además, de la habitual rutina desarrollada en los viajes
apostólicos de Pablo: inicial, y necesaria, predicación a los judíos, rechazo
esperado de éstos al mensaje recibido y aceptación de la predicación por parte
de los gentiles, o al menos por parte de ellos. A renglón seguido, no faltan
episodios de persecución y tribunales, que no impiden se continúe predicando el
evangelio; este desarrollo da lugar, en ocasiones, a alguna forma de confirmación
divina de las tareas llevadas a cabo en la dificultad por predicar el
evangelio. El texto, además, ofrece precisiones cronológicas de interés cuando
alude a las autoridades romanas con nombres concretos, y cuando evoca a
cristianos de aquellas comunidades, quedando bien de manifiesto el rol
importante que ya desempeñaba la mujer en la comunidad eclesial. Pablo, además,
acostumbraba no ser oneroso a las comunidades por donde pasaba y se buscaba la
manera de ganarse la vida, casi siempre en trabajos manuales. Nos aporta el
texto nombres de aquella iglesia doméstica cuyo núcleo más importante era el
grupo humano que se congregaba en la casa de Aquila y Priscila.
Vuestra
tristeza se tornará alegría
Los
sentimientos de tristeza están provocados por la inminente desaparición del
Maestro de la vida diaria de los apóstoles. Lógico, porque es mucho lo que, en
principio, desaparece de su vista. Pero, en sentido contrario, los sentimientos
de alegría los vive ya la comunidad por la vuelta del Señor. Es su promesa. La
alegría no es una vivencia momentánea, y ni mucho menos superficial; es la
misma vida cristiana la que se caracteriza por este sentimiento. Es certeza de
presencia, porque el Señor no abandona nunca a los suyos, pues no sabe hacerlo
de ninguna manera; es la mejor razón de nuestra esperanza porque la luz de la
Resurrección es la que nos habilita para no bajar nunca los brazos en el
esfuerzo por ser fiel al amor de Dios vertido en el Resucitado; es experiencia
de comunión porque la fe propia y la de la comunidad en Jesús el Señor la
procesamos en el amor fraterno, nuestra mejor señal de identidad. Es disfrute
del consuelo que el Padre no niega a sus hijos. Y de cualquier forma, si en el
curso arbitrario de nuestra biografía nos corresponde ser visitados por el
dolor o el desespero, no olvidemos que el Señor no sabe dejarnos solos y su
Palabra, su Persona y su cercanía tienen que ser los inmediatos motivos para
levantar la cabeza y reanudar la tarea de servir el Proyecto del Reino y dar
gloria a Dios. También así vivimos, desde nuestra modestia, la Pascua del
Señor.
¿Cómo
predica nuestra comunidad eclesial la alegría pascual en medio de la
indiferencia o del olvido de Dios?
Fr. Jesús Duque
O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/11-5-2018/
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