Lectura del santo evangelio según san Juan
3, 5a. 7b-15
En
aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Tenéis que nacer de nuevo; el viento
sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que ha nacido del Espíritu.» Nicodemo le preguntó: - «¿Cómo
puede suceder eso?» Le contestó Jesús: - « Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo
entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto
damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os
hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha
subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que
Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Según
su necesidad
La
primera comunidad cristiana comprendió que la Predicación del evangelio les
comprometía en un orden social y económico, de ahí que todo lo poseían en
común, y nada llamaba suyo propio. Se repartía todo según la necesidad de cada
cual.
Han
perdido el miedo, el valor de la predicación es lo que se muestra. Se vendían
posesiones y todo se ponía a disposición de los apóstoles.
Una
comunidad que se va haciendo por el compartir y por la valentía de la
predicación. Por medio de la palabra y por medio de la solidaridad. Compartir
los bienes es una forma de vivir la pobreza, desprenderte de todo aquello que
te ata a la tierra, y no te permite vivir las cosas del cielo.
Actualmente
quizás sea una forma de vida difícil de comprender, pero aún sigue existiendo
comunidades, hombres y mujeres en el siglo XXI, que comparten sus bienes a
semejanza de la primitiva comunidad cristiana, y se da a cada cual según su
necesidad; queriendo dar un testimonio apostólico con su modo de vida.
Si no
creéis las cosas de la tierra…
El
diálogo de Jesús con Nicodemo es muy sugerente. Habla de lo difícil que le es a
la gente creer en las cosas que vemos y oímos sobre Jesús, no aceptando el
testimonio de su palabra y de sus obras, las cosas de la tierra, para culminar
en una pregunta: ¿Qué pasará cuando os hable de las cosas del cielo?
Si no
creemos el testimonio que Jesús da del Padre en la tierra, vana es nuestra fe.
Es lo mismo que recoge la carta de san Juan, si no amo a mi hermano a quien
veo, ¿cómo voy amar a Dios a quien no veo?
En
general ponemos mayor interés en lo desconocido, en lo lejano que, en lo
próximo, quizás porque nos resulta conocido, y muchas veces lo conocido se
convierte en algo despreciado o desestimado. Llamémoslo resabios. No otorgamos
valor alguno a dichos resabios, porque nuestro sentido crítico nos impide
reconocerlo. Cuando partimos de lo conocido, creemos que sabemos… sin dar mayor
oportunidad a que sea de otra manera. Por eso la pregunta de Jesús a Nicodemo
es oportuna ¿Cómo creeréis cuando os hable del cielo? Nadie ha estado allí
excepto Jesús. Si a él no se le reconoce, no se reconocerá a Dios.
Es el
momento de analizar en qué medida nuestros resabios nos impiden creer en las
cosas de Dios. En la medida en que me impida creer en un hermano me impedirá
creer en Dios. Los resabios impiden ver la novedad del otro y de Dios en mi
vida. La Resurrección es el momento de desprenderme de ellos.
Fr. Alexis González
de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
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