Mons. Reinaldo Nann

martes, 10 de abril de 2018

Evangelio del día, Segunda Semana de Pascua (10-04-2018)


Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.» Nicodemo le preguntó: - «¿Cómo puede suceder eso?» Le contestó Jesús: - « Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»


Reflexión del Evangelio de hoy
Según su necesidad
La primera comunidad cristiana comprendió que la Predicación del evangelio les comprometía en un orden social y económico, de ahí que todo lo poseían en común, y nada llamaba suyo propio. Se repartía todo según la necesidad de cada cual.
Han perdido el miedo, el valor de la predicación es lo que se muestra. Se vendían posesiones y todo se ponía a disposición de los apóstoles.
Una comunidad que se va haciendo por el compartir y por la valentía de la predicación. Por medio de la palabra y por medio de la solidaridad. Compartir los bienes es una forma de vivir la pobreza, desprenderte de todo aquello que te ata a la tierra, y no te permite vivir las cosas del cielo.
Actualmente quizás sea una forma de vida difícil de comprender, pero aún sigue existiendo comunidades, hombres y mujeres en el siglo XXI, que comparten sus bienes a semejanza de la primitiva comunidad cristiana, y se da a cada cual según su necesidad; queriendo dar un testimonio apostólico con su modo de vida.
Si no creéis las cosas de la tierra…
El diálogo de Jesús con Nicodemo es muy sugerente. Habla de lo difícil que le es a la gente creer en las cosas que vemos y oímos sobre Jesús, no aceptando el testimonio de su palabra y de sus obras, las cosas de la tierra, para culminar en una pregunta: ¿Qué pasará cuando os hable de las cosas del cielo?
Si no creemos el testimonio que Jesús da del Padre en la tierra, vana es nuestra fe. Es lo mismo que recoge la carta de san Juan, si no amo a mi hermano a quien veo, ¿cómo voy amar a Dios a quien no veo?
En general ponemos mayor interés en lo desconocido, en lo lejano que, en lo próximo, quizás porque nos resulta conocido, y muchas veces lo conocido se convierte en algo despreciado o desestimado. Llamémoslo resabios. No otorgamos valor alguno a dichos resabios, porque nuestro sentido crítico nos impide reconocerlo. Cuando partimos de lo conocido, creemos que sabemos… sin dar mayor oportunidad a que sea de otra manera. Por eso la pregunta de Jesús a Nicodemo es oportuna ¿Cómo creeréis cuando os hable del cielo? Nadie ha estado allí excepto Jesús. Si a él no se le reconoce, no se reconocerá a Dios.
Es el momento de analizar en qué medida nuestros resabios nos impiden creer en las cosas de Dios. En la medida en que me impida creer en un hermano me impedirá creer en Dios. Los resabios impiden ver la novedad del otro y de Dios en mi vida. La Resurrección es el momento de desprenderme de ellos.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

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