Mons. Reinaldo Nann

martes, 24 de abril de 2018

Evangelio del día, 24-04-2018 (Cuarta Semana de Pascua)


Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: - «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.» Jesús les respondió: - «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Reflexión del Evangelio de hoy
La Iglesia se abre al mundo
Estamos ante una situación de dispersión de los cristianos tras el martirio de Esteban, muchos llegaron a Fenicia, Chipre y Antioquía. Se pusieron a hablar también a los griegos anunciándoles al Señor Jesús, un gran número creyó en Antioquía, y se convirtió al Señor.
La palabra y la predicación empieza a salir del muro cultural y religioso judío. Empieza hacerse universal, los cristianos comprenden que el anuncio no sólo es para los judíos. Lo que vale para los judíos, también puede servir para los gentiles.
La Iglesia de Antioquía será la encargada de organizar formalmente la misión entre los gentiles enviando a Bernabé y a Saulo. Es importante también el hecho de que sea la primera vez que los discípulos fueron llamados cristianos, es decir, seguidores de Cristo. Es lo que configura a la nueva comunidad, lo que le da identidad a su quehacer y su vivir.
Mis ovejas me conocen
Este pasaje contiene las revelaciones solemnes de Jesús en la fiesta de la Dedicación del templo. La unidad consta de dos partes: la primera prosigue el tema del buen pastor y las ovejas y se centra en la seguridad de estar bajo el poder del Padre y de Cristo que son una unidad (no una sola persona); la segunda contiene la defensa que hace Jesús de su condición de enviado y de Hijo de Dios.
No todos comprenden esas revelaciones. Los que no creen, no tienen acceso a la revelación. Al no aceptar a Jesús como enviado del Padre. Por mucho que Jesús les diga, les falta lo fundamental, una disposición natural para creer en el Hijo, y una aceptación libre de su divinidad reveladora.
Hoy muchos de estos diálogos podrían servir de ejemplo en los encuentros con los no creyentes. Si no hay una disposición natural y aceptación libre para creer en Cristo, será difícil adherirse a su causa. Conocer y seguir son dos acciones implícitas de la fe en Jesucristo, conocer a Jesús y seguirlo es lo que da acceso a confesar que él es el Mesías esperado.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

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