Mons. Reinaldo Nann

miércoles, 14 de marzo de 2018

Evangelio del día (14-03-2018)


Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: - «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»


 Reflexión del Evangelio de hoy
En tiempo de gracia te he respondido
 “En el tiempo de gracia te he respondido, en el día de salvación te he auxiliado”
Así empieza esta lectura que hoy proclama la Iglesia. Isaías nos muestra cómo ama Dios a su pueblo y todo lo que está dispuesto a hacer por él. Es capaz incluso de allanar los montes para que su pueblo pueda pasar como si de un camino se tratara.
Cuánto amor, misericordia y compasión tiene Dios por su pueblo.
Estamos en Cuaresma, estamos en un tiempo especial, tiempo de gracia, que la Iglesia nos ofrece para revisar nuestra vida, nuestra relación con Dios. Pues bien, si así nos ama Dios… ¿cómo somos capaces nosotros de amarle a Él?
Si Dios se alegra con su pueblo, si goza de ver su felicidad… ¿somos nosotros fieles a ese regalo que nos ofrece? ¿Somos capaces de caminar hacia Dios como un niño que empieza a andar con confianza en que le va a tomar en sus manos y no le va a dejar caer?
Y la lectura termina diciendo:
“¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura,
no conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”.
Al igual que una madre no puede olvidarse de sus hijos, y si así lo hiciera, Dios es incapaz de olvidarse de su pueblo.
Que esta lectura nos haga reflexionar sobre el amor que Dios nos tiene y cómo nos cuida, y pensemos cómo podemos llevar un poco de ese amor a los demás.
El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer a su Padre
Juan, en este pasaje nos muestra cómo Jesús anuncia que Él es hijo de Dios. Sus actos, sus palabras… vienen de su relación con el Padre, y de Él sus enseñanzas.
Nosotros llamamos muchas veces a Dios, Padre. Lo hacemos constantemente cuando rezamos el Padre Nuestro, y siempre que le aclamamos a Él. ¿Somos verdaderamente hijos?
Nuestras acciones, obras, palabras, gestos… ¿son las que vienen de las enseñanzas del Padre?
Reflexionemos en estos días que nos quedan para la Pascua si deseamos imitarle, si Él es nuestro Maestro. Fijémonos en Jesús y pidámosle a Dios que cambie nuestro corazón, que seamos capaces de mirarlo, y así ir transformándonos en un hombre nuevo, nacido de la Pascua, y que deseemos, como concluye la lectura, hacer la voluntad del que nos ama y nos envía a predicar.

Dña. Rosa María García O.P. y D. José Llópez O.P.
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Torrent, Valencia.

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