Mons. Reinaldo Nann

martes, 28 de noviembre de 2017

Saludo y felicitación por el Aniversario de la Prelatura de un ex-misionero laico, 26-11-2017

En el Día de Cristo Rey del Universo

A todo el personal misionero de la prelatura de Caravelí y a su pastor, Mons. Reinaldo, muchas felicidades y bendiciones desde México.

Gracias al padre Benito Torres, me he enterado que la Prelatura ha cumplido 61 años la semana pasada y eso me hizo traer muchos recuerdos agradables. No tuve tiempo de mandar un saludo y felicitación en su momento, pero he estado meditando toda esta semana hasta el día de hoy en que la figura de Cristo, Rey del universo y el gran pastor de todos nosotros, me inspiró para escribir a todos mis hermanos de esa gran Prelatura;  y aunque siempre están en mis oraciones todas aquellas personas con las cuales tuve el privilegio de trabajar en esa Prelatura, en estos días bendije con mayor intensidad a toda esa grey pues tomé conciencia más que nunca de lo privilegiado y bendecido  que fui por parte de Dios, Rey del universo, al dejarme trabajar en un huequito de su plan y pertenecer a esa planilla de misioneros que día a día construyen su reino y lo dan a conocer en aquellas tierras áridas pero regadas por la gracia que el mismo Dios derrama como llovizna a través de cada misionero que recorre dichas tierras.

Recuerdo cuando un día, allá por el año 1993, Mons. Bernardo Kühnel me encontró en Lima, como esos obreros que relata el evangelio que estaban sentados en la plaza sin que nadie los contratara, y al igual que a ellos,  Dios, a través de Mons. Bernardo me dijo: “Ven a trabajar a mi viña, en mi prelatura hacen falta tantos trabajadores, allí tendrás un lugar incluso para escoger pues hay tantos pueblos sin pastores”, luego me invitó a conocer la Prelatura y me llevó con él unos días; después de una semana ya estaba yo contratado como trabajador misionero laico en esa viña de la prelatura de Caravelí a donde llegué justamente una madrugada con monseñor Bernardo para participar en una asamblea pastoral, en Caravelí, donde me presentó y así comenzaba mi aventura misionera. Fui designado a trabajar en Pauza.

Fueron años de bendición para mí y de un intenso trabajo. Y si no seré privilegiado que al año de estar en la Prelatura y en Pauza, sin esperarlo, y por necesidad de pastores, monseñor Bernardo me hace encargado pastoral de la parroquia de Pauza junto con las parroquias de Oyolo y Corculla. Recorrí con piernas de gacela aquellos terruños, llegué hasta la cordillera nevada en Ccalaccapcha varias veces en medio de nevadas, pero feliz por llevar la luz de Cristo hasta los últimos rincones de mi parcela, a casi 5000 msnm, y sobre todo a ese pueblo que en su mayoría era de confesión religiosa adventista pero que me recibía con alegría y hambre de Dios pues pocos llegaban a visitarlos, no sólo de la Iglesia sino de las instituciones gubernamentales.

Por si fuera poca la bendición, también fui nombrado coordinador de la ODEC-Caravelí, gracias al apoyo de la madre Elisabeth Dreyer, a quien bendigo también por ello. Y así, con todas estas bendiciones y cargos fui de pueblo en pueblo, de escuela en escuela, predicando y educando, la gracia total para mí: hacer lo que me gusta: predicar y educar, lo cual se transforma en una evangelización total ¡Pura gracia de Dios en mi estado laico!

En fin, cómo no agradecer a Dios y cómo no agradecer y bendecir a esa Prelatura que me abrió brazos y puertas para desarrollar mi vocación misionera laica y servir así a mis semejantes en nombre de Dios. Mis recuerdos, agradecimientos y bendiciones a Mons. Bernardo Kühnel, donde se encuentre; a Mons. Juan Carlos; también pido a Dios bendición, mucha fuerza y sabiduría para el pastor actual, Mons. Reinaldo; y desde luego también bendiciones y oraciones para todos los pastores que han pasado por esa Prelatura desde sus inicios, llevándola adelante como una barca, donde quiera que se encuentren, paz y bendición para todos.

Y qué decir de cada sacerdote, cada religiosa, cada hermano laico, cada catequista, cada coordinador de ODEC, cada profesor de religión,  cada personal de apoyo logístico: fuerza, bendición e iluminación para cada uno de ellos, los que están y los que estuvieron. Todos, donde quiera que nos encontremos, vivos o en la otra vida, en Perú o en otro país, seguimos siendo la Prelatura porque dejamos algo de nosotros allí; ahora me viene a la mente precisamente el caso de las madres de Corde Jesu que fallecieron en Lampa y que dejaron parte de su cenizas allá. Esa es la comunión de los santos.

Tendría que escribir páginas y páginas para recordar cada momento, mencionar cada persona, y cada experiencia vivida allí; pero ahora sólo quiero decir: gracias por hacerme parte de su historia, y mi deseo de que Dios les llene de bendiciones, fuerza y sabiduría para seguir adelante tan grande apostolado. Quizás sea humilde e insignificante mi saludo, pero va desde mi corazón misionero.

Sinceramente:














Su hermano en Cristo, Job de Jesús Olvera Vázquez.

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