Mons. Reinaldo Nann

sábado, 15 de julio de 2017

Día de la Persona encarcelada [2017]


La Comisión Episcopal de Acción Social ha emitido un mensaje para conmemorar esta fecha, titulado:

La Cárcel es reflejo de la sociedad

Mensaje por el Día de la persona encarcelada - 16 julio

Queremos iniciar este mensaje con las palabras que el Papa Francisco dirigió a los presos de Ciudad Juárez, durante su visita a México el 2016: “La reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza “afuera”, en las calles de la ciudad”.

Lo muy cierto es que al mes de marzo del presente año, había 82,898 personas encarceladas en las 68 cárceles del Perú. Esta realidad la queremos expresar y hacer constar con palabras del Papa Francisco en el mismo mensaje citado anteriormente: “las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida, de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos”. Este es el mejor retrato que podemos hacer de la realidad carcelaria al día de hoy, tanto de su realidad humana como de la realidad del sistema penitenciario.



Por ello, hacemos un llamado a que veamos y tomemos conciencia de que la realidad de la sociedad en “la calle” y la realidad al interior de las cárceles van de la mano. Por eso nos preguntamos, y preguntamos al gobierno peruano, a las autoridades, a los representantes de las instituciones de la sociedad civil, a los miembros de las Iglesias, a los ciudadanos y ciudadanas de a pie: ¿debemos invertir en cárceles o invertir en la resocialización de las personas encarceladas?

Si miramos hacia el interior de las cárceles y su sistema, citamos nuevamente al Papa Francisco en el mismo mensaje: “Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades” y lo completamos con lo que dijo a los presos de Palmasola, Bolivia, en el 2015: “la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”; entonces, nos debemos preguntar, ¿de dónde vienen y a dónde van a regresar las personas que hoy están en la cárcel?. De manera más clara y directa nos debiéramos preguntar ¿cómo queremos que regresen?

Nuestra voz profética en este mensaje, como Iglesia que acompaña también la realidad del día a día de las personas privadas de libertad, es que urge una inversión en “promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud”, ya que “el problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social”, como nos dice el Papa Francisco en el mensaje a los presos de Filadelfia (2016).

Nuestra voz profética es también, que la persona sea el centro de la vida y del sistema político, social y económico, tanto fuera de la cárcel como dentro de la cárcel, dándole todas las oportunidades para su desarrollo personal, ya que “La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos”. (Papa Francisco a los presos de Filadelfia. 2016).

¿Invertir en cárceles o invertir en resocialización dentro y fuera de la cárcel? Reflexionemos en ello y actuemos ahora, para que cada hija e hijo de Dios, “tenga vida y la tenga en plenitud” (Jn. 10,10).

Lima, julio 2017

Mons. Jorge Izaguirre Rafael, CSC
Obispo de Chuquibamba
Asesor Nacional Pastoral de Cárceles

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