Mons. Reinaldo Nann

lunes, 20 de marzo de 2017

Mensaje por el “Día del Niño por nacer” 2017

A continuación, entregamos el Mensaje con motivo del “Día del Niño por Nacer” 2017, que como todos los años se celebrará este 25 de marzo.

Alégrate madre, hay un hijo en tu vientre

La presencia de un nuevo ser humano vivo en el seno materno ha de ser motivo de alegría, porque es siempre buena noticia, “buena nueva”. Cada vez que Dios por sobreabundancia de amor llama a la existencia, en el momento en que las semillas paterna y materna se fusionan y germina un humano embrión unicelular, Dios crea su obra maestra y lo hace a su imagen: “a imagen de Dios lo creó: varón y mujer los creó”, y vio Dios que así “estaba muy bien” (Gen1, 27.31). La diferencia sexual presente en tantas otras especies de seres vivos, sólo en el varón y en la mujer —desde que son embrión— lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios, quedando así ligada a una misión y destino eternos.


Por eso podemos exclamar, ¡alégrate madre, hay un hijo en tu vientre! La alegría es pues la reacción humana natural a toda “buena nueva”, siempre. Lo vemos así en María Virgen, sin pecado concebida, en quien brota exultante esa alegría cuando concibe a su Hijo. Toda mujer tiene derecho a vivir intensamente la alegría de concebir, de acoger un hijo en su seno; tiene derecho a descubrir —con la mirada de Dios— al pequeño varón o mujer en su vientre, y decirle jubilosa: “es bueno que existas”.

Hoy son muchas las circunstancias que ahogan en la mujer madre, en los padres, en las familias, en la sociedad toda, la natural alegría por la irrupción del amor de Dios que “crea de forma prodigiosa” al nuevo ser humano, va “formando sus entrañas” y “lo va tejiendo en el vientre de su madre” (cf. Sal 139,13-14). Las situaciones dramáticas y hasta injustas y abusivas en que puede ocurrir una concepción, suscitan confusión y angustia; entonces, la mentira oscurece la verdad del amor de Dios por nosotros manifestado en esa criatura, e impone como falsa “solución” matar a ese niño por nacer. Así, el niño por nacer muchas veces es hoy el “pobre Lázaro”, tenido por “desecho humano” cuando en realidad es don de Dios, “un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios” , porque Dios le dice: “Yo no me olvido de ti” (Is. 49, 15).

Sabemos que es a través de la solidaridad humana que Dios se hace presente en la vida de aquellas mujeres frágiles tentadas con abortar, es a través de personas concretas que Dios dice a aquellos niños por nacer amenazados “yo no me olvido de ti”. Hermanos, haciendo eco del Papa Francisco, los exhortamos: ¡no dejemos que les roben la alegría a aquellas madres! Salgamos al encuentro de esa hermana nuestra que gesta su hijo en medio de una situación dramática y, con muestras de caridad concreta, ayudémosla a redescubrir la verdad acerca de su bebé, cuya vida y futuro Dios mira llenos de esperanza.

Recurramos a la intercesión de nuestra Madre, María Santísima, que plena de la presencia de Cristo llevo la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo saltar de gozo en el seno de su madre. Pidámosle a Ella —que exultante de alegría cantó las maravillas del Señor— que proteja a todas las madres gestantes y a sus bebés por nacer y les haga experimentar con intensidad la alegría de la “buena nueva” que llevan en su vientre.

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