Mons. Reinaldo Nann

lunes, 21 de marzo de 2016

El culto a Dios

Hoy, Jesucristo está cenando en casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, en Betania, cerca de Jerusalén. Jesús, el Hijo de Dios, es, al mismo tiempo, hombre de verdad: necesita estar con sus amigos los hombres y espera que le amemos. Poco antes había resucitado a Lázaro. Ahora vemos a María —su hermana— perfumando los pies del Señor. Él acepta y defiende esta muestra de cariño.

Dios es Amor. Él sólo desea nuestro bien. Nosotros somos felices cuando descubrimos que Dios nos ama. El hombre es hombre cuando da culto a Dios, es decir, cuando le habla y le escucha, cuando reconoce que Él es grande y le acepta como su Creador. Los animales irracionales jamás podrán hacer eso.

—Dios mío, me pongo de rodillas ante ti, porque Tú eres mi Señor. Sin ti yo no sería nada. No quiero vivir sin ti. Santa María, no permitas que me aleje por nada de tu Hijo divino.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

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