Mons. Reinaldo Nann

lunes, 7 de marzo de 2016

“Cada vida es un don”: Mensaje por el Día del Niño por nacer

A continuación, presentamos el texto íntegro del Mensaje por el Día del Niño por Nacer 2016, que se celebrará en el Perú, este 25 de marzo.

“En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad…” Palabras de San Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II y que el Santo Padre Francisco recuerda en la Bula de Convocación Del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Es dentro de este marco del Año de la Misericordia que queremos conmemorar el Día del Niño por Nacer.

Así, Francisco nos enseña que “Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por dónde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa”.

 
Son miles las mujeres, madres desde la concepción de sus hijos, que están sufriendo este doloroso drama. El evidente vacío de sus vientres interpela y recuerda con vehemencia natural ¿qué hiciste con tu hijo? Lo cierto es que ninguna mujer quiso abortar, es forzada por la soledad, el abandono, la violencia y estando en medio de un mundo que vive la cultura del descarte, ella, se hizo víctima al hacerse victimaria; pues dictaminó la muerte del ser que debería proteger.

Inicia así un camino doloroso y despersonalizante, la negación encubre, la rabia reclama y la desesperanza junto a la amargura cierran su corazón a la Gracia. ¡Un alma sin sentido ni propósito! ¿Cómo dejarla sola? Urge hacerse prójimo de aquella que ha vivido el trauma de un aborto. Es vital, “acoger y acompañar con misericordia a aquellas que han abortado, para sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras de la vida”.

Reconozcamos en las palabras de San Juan Pablo II la confirmación de este apostolado en acompañamiento post aborto: “Si aún no lo han hecho, ábranse con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia las espera para ofrecerles su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Se darán cuenta de que nada está perdido y podrán pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor”.
El Sacramento de la Reconciliación es ese bálsamo para las heridas que el aborto deja no sólo en la madre, sino también en todos aquellos que colaboraron en este acto atroz que eliminó al más pequeño e indefenso de entre todos, el niño por nacer.

Recordemos que el Papa Francisco ha concedido para el Jubileo Extraordinario de la Misericordia ha decidido conceder a todos los sacerdotes la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón.

“Sí, el evangelio del amor y de la vida es también siempre el evangelio de la misericordia, que se dirige al hombre concreto y pecador, que somos nosotros, para levantarlo de cualquier caída, para curarlo de cualquier herida” Estas palabras de Benedicto XVI nos invitan a vivir el amor en la misericordia, en ayudar a nuestro prójimo, en este caso la mujer que ha abortado, a comprender el pecado que ha cometido, pero por sobre todo el amor del Padre que como al hijo pródigo abre los brazos conmovido frente a su arrepentimiento.

Que este Año de la Misericordia sea propicio para que, desde la verdad y la caridad, acojamos a quienes han abortado y las pongamos en manos de nuestra Madre María que es toda misericordia.


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