Hoy sobresale la "controversia" alrededor de
Jesús de Nazaret. En otros lugares del Evangelio vemos cómo polemizan y se
"escandalizan" los fariseos y escribas… Ahora también sus propios
paisanos y familiares: creen conocerle, pero en realidad no le conocen. Para
conocerle es necesaria la fe: ¡no bastan los milagros!
El "Yo" de Jesús ("Yo os digo…") causa
en sus oyentes un "conflicto". Sus interlocutores captan que Jesús no
quita nada de la sagrada "Ley"; todo lo contrario, añade. ¡Pero se
añade a sí mismo!: Él es la "Torá", Él es mayor que el Templo y Señor
del Sábado... He ahí el núcleo del "espanto" de los judíos: la
centralidad del Yo de Jesús en su mensaje, que da a todo una nueva orientación.
La perfección (ser santo como lo es Dios) exigida por la "Torá"
consiste ahora en seguir a Jesús.
—Esta misteriosa equiparación de Jesús con Dios que se
refleja en sus palabras es, justamente, el centro de la fe cristiana: ¡Jesús,
Tú eres el Hijo de Dios!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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