Mons. Reinaldo Nann

domingo, 31 de enero de 2016

El hombre Jesús de Nazaret es la "transparencia" de Dios

Hoy, al estupor de sus conciudadanos, que se escandalizan, corresponde el asombro de Jesús. Aunque sabe que ningún profeta es bien recibido en su patria, sin embargo la cerrazón de corazón de su gente le resulta oscura, impenetrable: ¿Por qué no se abren a la bondad de Dios, que quiso compartir nuestra humanidad?

El hombre Jesús de Nazaret es la "transparencia" de Dios; en Él Dios habita plenamente. Y mientras nosotros siempre buscamos otros signos, otros prodigios, no nos damos cuenta de que el verdadero Signo es Él, Dios hecho carne: todo el amor de Dios contenido en un corazón humano.

—Quien entendió verdaderamente esta realidad es la Virgen María, bienaventurada porque creyó. María no se escandalizó de su Hijo: su asombro por Él está lleno de fe, lleno de amor y de alegría, al verlo tan humano y a la vez tan divino. Así pues, aprendamos de ella, nuestra Madre en la fe, a reconocer en la humanidad de Cristo la revelación perfecta de Dios.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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