Mons. Reinaldo Nann

domingo, 11 de octubre de 2015

Propiedad privada y solidaridad


Hoy meditamos sobrecogidos el "abatimiento existencial" que atenaza al joven rico «porque tenía muchos bienes». El problema no son las posesiones, sino la incapacidad de amar por el excesivo apegamiento a las mismas. La doctrina social de la Iglesia enseña que los bienes de la tierra están destinados al uso de todos los hombres, pero que, al mismo tiempo, es legítima su posesión —como propiedad privada— para garantizar la libertad y la dignidad de las personas.

El derecho a la propiedad privada (como todos los demás derechos individuales), desvinculado de un conjunto de deberes que le dé un sentido profundo, se desquicia insensibilizando el corazón humano ante las necesidades ajenas. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético en cuya verdad se insertan también los derechos y así dejan de ser arbitrarios.

—Al derecho a la "propiedad privada" debe acompañarle una "hipoteca social", a saber, el deber de poseer los bienes de manera solidaria con las necesidades de los demás.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

No hay comentarios:

Publicar un comentario