Mons. Reinaldo Nann

martes, 15 de septiembre de 2015

Nuestra Señora de los Dolores

Hoy, el Evangelio no sólo nos dice que las mujeres estaban junto a la Cruz, sino que Jesucristo no dejó sola a su madre: la confió a los cuidados de Juan. Cuando san Juan habla de hechos humanos como éste, recuerda ciertamente acontecimientos ocurridos, pero siempre le interesa decir algo más. Así, pues, ¿qué más quiere destacar?

Primero, la forma de llamar "mujer" a su madre, como en la boda de Caná, anticipación de la boda definitiva, del "vino nuevo" que el Señor quería ofrecer. Ahora se hace realidad el signo precursor de lo que estaba por venir. Segundo, la Iglesia no ha tenido dificultad alguna para reconocer en la "mujer" a María en sentido personal, pero, además —abarcando todos los tiempos— a la "Iglesia" esposa y Madre, en la cual el misterio de María se prolonga en la historia.

—Jesús, deseo acoger en mi propia existencia personal a María como persona (¡nuestra Madre!) y como Iglesia, cumpliendo así tu última voluntad, tal como lo hizo san Juan.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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