Día litúrgico: 29 de Septiembre: Los santos
Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo,
vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de
verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le
respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo
de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en
verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar
sobre el Hijo del hombre».
Comentario: Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario
de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano).
«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y
bajar sobre el Hijo del hombre»
Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús
manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación
que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban
perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su
servicio.
«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del
Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de
origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por
una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está
de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la
comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.
Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como
presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice
san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas
acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente,
“arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las
más grandes misiones.
Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la
concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención
(cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo
(cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también
se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su
victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo
defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta
vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel
que llamamos de la Guarda.
Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que
“suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en
beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también
sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y
cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.
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