Mons. Reinaldo Nann

domingo, 16 de agosto de 2015

La Eucaristía nos hace "cristiformes"


Hoy escuchamos un fragmento del discurso eucarístico de Jesucristo sobre el Pan de Vida. Los judíos se escandalizan oyendo que han de comer la Carne y beber la Sangre de Jesús: canibalismo, tabú de beber sangre, signo y portadora de vida… Pero Jesús insiste, pues se trata de su tesis magistral.

La Eucaristía es la gran invención del Hijo de Dios para quedarse entre nosotros y alimentar nuestra vida. Pero hay una diferencia remarcable entre el alimento espiritual y el material. Éste se transforma en quien come. La Eucaristía en cambio, siendo manjar divino, obra al revés: es Cristo quien nos transforma y asimila a Él.

—Jesús, te doy gracias por la Eucaristía, por hacerte mi alimento: así no desfallezco en mi camino. Dame hambre y sed de ti, para comer con “apetito”. Dame un corazón limpio, para que tu Cuerpo y tu Sangre me “aprovechen”. Tú eres el único que puede saciarme.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España).

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