Mons. Reinaldo Nann

viernes, 17 de julio de 2015

La misericordia perfecciona a la justicia

Jesús perdona a la mujer adúltera
Hoy el Señor corrige la casuística meticulosa de los rabinos, que hacía insoportable la ley del descanso sabático. "Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado", dijeron convencidos: ¡eso es lo increíble!

Ningún motivo excusa de ayudar a los demás. La caridad verdadera respeta las exigencias de la justicia, evitando la arbitrariedad o el capricho, pero impide el rigorismo, que mata al espíritu de la ley de Dios, que es una invitación continua a amar, a darse a los demás. Dios, rico en misericordia, nos quiere misericordiosos. ¡Y qué lejos está Dios cuando el corazón se endurece como una piedra! Jesucristo acusó a los fariseos de condenar a los inocentes. ¡Grave acusación! Interesémonos de verdad por las cosas de los demás y juzguemos con cariño, con simpatía, como quien juzga a un amigo o a un hermano.

—Pido a la Virgen que me haga misericordioso, que sepa perdonar y ser benévolo.

Comentario: Rev. D. Josep RIBOT i Margarit (Tarragona, España).

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